28 abril 2007
27 abril 2007
El futuro
El futuro juega al fútbol en el pasillo frente a una tribuna transparente y rellena cuadernos y cuadernos con una caligrafía de grafito. La vida no es aquello que nos contaron que sería pero cada vez se le parece más. Con la presencia cercana del Mal que lo envuelve todo vamos pasando los días y sus horas, buscando asideros en una mirada, en el calor de una mano, en una sonrisa. El futuro pasa por el fútbol y dos billetes de veinte euros. Declaro en tablas otro pulso de cariño y mi pecho cruje por el peso de una incertidumbre tan real como ingobernable. Sentado en una mesa de niños escucho un inventario interminable de peligros y a la vez disfruto de una obra levantada con manos blancas y piezas de madera de colores. Cada prueba superada es el comienzo de la angustia hasta la siguiente. Aún así, el trayecto está lleno de recompensas. Tan valiosas como cercanas.
Salmonetes
El dentista me deja solo y corro a refugiarme en el Consultado de Pola de Lena, en Innisfree, cerca del río. Es un lugar donde siempre te abren la puerta con una sonrisa. En la cocina, siempre en la cocina, me agasajan como si no fuera bastante con esa mirada chispeante que lo dice todo. Andaricas, menestra con besamel y el pez sublime, el compendio del mar y de la roca, el de la carne prieta y sabor potente, el salmonete. Con la fritura dominada llegan al plato tres ejemplares que disfruto con tanto estupor como emoción. Una naranja perfumada y dulce cierra el paso a otras tentaciones. A partir de ahí, la conversación en la sobremesa. La vieja Europa, con sus conflictos y sus precios. Los móviles tribanda y el fútbol. Los cachorros y las corbatas.
Llevo media vida alrededor de una mesa de la cocina. Cambia la mesa y la cocina. Perdura el estilo, el calor y la garra.
Llevo media vida alrededor de una mesa de la cocina. Cambia la mesa y la cocina. Perdura el estilo, el calor y la garra.
26 abril 2007
25 abril 2007
Little Miss Sunshine (2.006)
Magnífica película. Una familia con diversos problemas emprende un viaje, siempre un viaje, hacia un concurso de belleza infantil en el que la pequeña Olive, entrenada por su abuelo yonki, competirá por el título de Little Miss Sunshine.
El inventario familiar se descubre en las primeras secuencias, estupendas por breves y esclarecedoras. El padre espera la difusión de su método para ser ganadores en nueve pasos; el hermano adolescente vive en un voto de silencio alentado por Nietzsche y estimulado por el objetivo de ser piloto de combate; el abuelo entrena a la nieta entre tiritos de heroína y diatribas a favor del disfrute; el hermano de la madre, experto en Proust, convalece de un intento de suicidio tras un desengaño amoroso y la madre trata de sobreponerse al trajín diario para cohesionar a la tribu.
Los directores, que al parecer se curtieron en videoclips, miman la composición de los planos (véase la secuencia en el arcén tras el diagnóstico de Dwayne), la banda sonora, y sobre todo, a los actores, que dan unas interpretaciones que rozan la perfección, desde el primero al último.
Hay humor negro, ternura, crítica acerada y también optimismo natural. Una maravilla emocionante y divertida.
El inventario familiar se descubre en las primeras secuencias, estupendas por breves y esclarecedoras. El padre espera la difusión de su método para ser ganadores en nueve pasos; el hermano adolescente vive en un voto de silencio alentado por Nietzsche y estimulado por el objetivo de ser piloto de combate; el abuelo entrena a la nieta entre tiritos de heroína y diatribas a favor del disfrute; el hermano de la madre, experto en Proust, convalece de un intento de suicidio tras un desengaño amoroso y la madre trata de sobreponerse al trajín diario para cohesionar a la tribu.
Los directores, que al parecer se curtieron en videoclips, miman la composición de los planos (véase la secuencia en el arcén tras el diagnóstico de Dwayne), la banda sonora, y sobre todo, a los actores, que dan unas interpretaciones que rozan la perfección, desde el primero al último.
Hay humor negro, ternura, crítica acerada y también optimismo natural. Una maravilla emocionante y divertida.
24 abril 2007
El Balneario
Leo El Balneario en el Balneario de Mondariz. Carvalho comparte estancia con Sánchez Bolín mientras éste ultima una novela más. Una trama sobre archivos nazis y colaboracionismo bielorruso para hacer una sociología de lo saludable, lo catalán, lo vasco y lo militar, así, de una tacada. Con pocas razones para hacer gastronomía hay espacio para explicar, y que Carvalho lo consiga entender, que las treguas que se le puedan conceder al cuerpo propio serán más adelante prórrogas de esta vida tan bien alimentada que se disfruta en el primer mundo y aledaños.
Mientras espero otro masaje más leo en un libro conmemorativo de algún aniversario señero del Balneario los menús de comida y cena de principios de siglo. Traduzco de memoria a calorías y julios y se me escapa la sonrisa ante ese festival de viandas pasadas por la manteca y la mantequilla, eso sí, casi todo en francés y en inglés para darle categoría a la comida por la vía idiomática. Los cuellos de las camisas que atisbo en las fotos se relajaron hace muchos años y la fe en las propiedades curativas del agua sulfuroferraginosa se cambió por un certificado del laboratorio del doctor Rodés.
En otras fotos el ferrocarril, elemento revolucionario en las guerras del diecinueve, se revela idóneo para transportar clientes desde el puerto de Vigo. Pasados cien años, el coche toma el relevo proporcionando una embriagadora sensación de libertad y poderío. El tren se desprecia si no puede ir a más de doscientos kilómetros por hora. Si tiene que llevarme el diablo, que sea en coche. Y verdad que lo hace. Por miles.
Pasan los días, el sol golpea cogiéndonos desprevenidos, si bien la piscina nos refresca lacerándonos por no haber traído a los niños. Sánchez Bolín reclama la ayuda de Carvalho para llegar hasta el aeropuerto y yo me pregunto cuántas veces más podré leerme las novelas de MVM.
Mientras espero otro masaje más leo en un libro conmemorativo de algún aniversario señero del Balneario los menús de comida y cena de principios de siglo. Traduzco de memoria a calorías y julios y se me escapa la sonrisa ante ese festival de viandas pasadas por la manteca y la mantequilla, eso sí, casi todo en francés y en inglés para darle categoría a la comida por la vía idiomática. Los cuellos de las camisas que atisbo en las fotos se relajaron hace muchos años y la fe en las propiedades curativas del agua sulfuroferraginosa se cambió por un certificado del laboratorio del doctor Rodés.
En otras fotos el ferrocarril, elemento revolucionario en las guerras del diecinueve, se revela idóneo para transportar clientes desde el puerto de Vigo. Pasados cien años, el coche toma el relevo proporcionando una embriagadora sensación de libertad y poderío. El tren se desprecia si no puede ir a más de doscientos kilómetros por hora. Si tiene que llevarme el diablo, que sea en coche. Y verdad que lo hace. Por miles.
Pasan los días, el sol golpea cogiéndonos desprevenidos, si bien la piscina nos refresca lacerándonos por no haber traído a los niños. Sánchez Bolín reclama la ayuda de Carvalho para llegar hasta el aeropuerto y yo me pregunto cuántas veces más podré leerme las novelas de MVM.
Etiquetas: MVM
23 abril 2007
Vigo
El paraíso tiene una delegación en Vigo. Está en un ático. A lo lejos se ve el mar y a la derecha el monte del Castro. Este paraíso es también un refugio y tiene dos guardianes cariñosos y entrañables, Mariantonia y Andrés, del linaje de mi pueblo. Para empezar nos regalan un paseo por el sube y baja de una ciudad que crece a espaldas de su propio destino, que pone casco, doble, eso sí, a los sueños de navegante que tienen los hombres valientes. Después, el toldo de color marfil es un artesonado vegetal y suave para el sueño de una tarde de primavera que quiere presumir como si fuera veraniega. Hay dos mujeres que siempre serán las niñas para su padre y su madre, risueñas y buenas, que nos saludan en un alborozo de novios y granitos pulidos. Amablemente ceden su turno en el edén para que unos viajeros de la ciudad gris puedan palpar la felicidad en la tierra.
El pulpo, las andaricas, los percebes y el lomo de San Martino alfombran el anochecer y abren una puerta al estupor del vino blanco, bien sea Albariño o Rías Bajas. Todo vale para provocar una foto en color frente al océano innegable.
Nos abrazamos bajo una luna marinera, quedan atrás un análisis del escualeno, admiraciones sinceras, recuerdos conmutados que nunca se borrarán. Por delante, un discurso sobre España que cruzará el Padornelo.
Ahora, mientras escribo esto, suena Sinatra. Como en el coche de Andrés.
El pulpo, las andaricas, los percebes y el lomo de San Martino alfombran el anochecer y abren una puerta al estupor del vino blanco, bien sea Albariño o Rías Bajas. Todo vale para provocar una foto en color frente al océano innegable.
Nos abrazamos bajo una luna marinera, quedan atrás un análisis del escualeno, admiraciones sinceras, recuerdos conmutados que nunca se borrarán. Por delante, un discurso sobre España que cruzará el Padornelo.
Ahora, mientras escribo esto, suena Sinatra. Como en el coche de Andrés.
Etiquetas: viaje
21 abril 2007
20 abril 2007
Rastros
Isabel Muñoz expone en Madrid fotografías de los presos salvadoreños que cumplen condena en las maras. Hay trazos de una vida durísima impresos en los tatuajes que portan con aparente orgullo.
Como para Leonard en Memento, el propio cuerpo es el diario, la memoria y también la cárcel. Los puños de Harry Powell avanzan su esquizofrenia y la espalda de Max Cady es un tratado sobre la superación y los amarres de un espíritu a la deriva.
Como para Leonard en Memento, el propio cuerpo es el diario, la memoria y también la cárcel. Los puños de Harry Powell avanzan su esquizofrenia y la espalda de Max Cady es un tratado sobre la superación y los amarres de un espíritu a la deriva.
De parecida manera, y sin recurrir a la tinta y las punciones epidérmicas, nuestros rostros van recogiendo nuestra vida. Un inventario de pequeños éxitos y medianos fracasos machihembrados en arrugas y otros golpes.
Etiquetas: cine
19 abril 2007
Carlos Boyero y The Graduate
15. Hola Carlos. ¿Tú tambien te pones irremediablemente cachondo viendo la capacidad de seduccion de Anne Bancroft en "El graduado"? Es que es superior a mis fuerzas......
Yes. La señora Robinson es uno de los grandes iconos eróticos de la historia del cine. Anne Bancroft me gustaba siempre, en drama o en comedia. Es lo que entiendo por una gran señora. Qué guapa era la tía, por dentro y por fuera.
Yes. La señora Robinson es uno de los grandes iconos eróticos de la historia del cine. Anne Bancroft me gustaba siempre, en drama o en comedia. Es lo que entiendo por una gran señora. Qué guapa era la tía, por dentro y por fuera.
El Mundo, diecinueve de abril de dos mil siete
17 abril 2007
16 abril 2007
Seis Sentidos
Dedicamos el domingo a estimular los sentidos. Con buenos amigos y mejores cámaras de fotos afrontamos una epopeya plagada de toboganes, tubos, balancines, tirolinas, gentío y polvo, mucho polvo. La preparación del viaje requiere un arroz a banda y otro cuyo nombre me hurta la memoria. El heredero, lechazo. La primavera se disfraza de verano y el sol facilita servicio de escolta castigándonos por olvidar que hubo días sin jersey ni bufanda. El hampa se queda sin h y se convierte en una reunión de padres y madres que vienen de lejos en autobús. Nosotros no. En el coche gris seguimos un río que algunos citan en femenino. Camino del parque los ojos acopian nostalgia. Allí llegados, repito de nuevo, toboganes, tubos, balancines, tirolinas, gentío y polvo, mucho polvo. En una tierra sobrada de tierra los parques se quedan cortos en cuanto luce el sol. Sólo hay medio metro cuadrado de hierba y las máquinas de cocacolas facturan a euro el golpe. La chiquillería pide más y nosotros le ofrecemos menos. Fort Apache anuncia el toque de queda.
De vuelta a casa me encuentro con el niño de los pantalones amarillos. Está radiante: ya tiene heredero.
De vuelta a casa me encuentro con el niño de los pantalones amarillos. Está radiante: ya tiene heredero.
The Asphalt Jungle (1.950)
Una cosa te lleva a la otra. El sábado disfruté The Asphalt Jungle, film noir del maestro Huston (The Unforgiven, The man who would be king). En una época en la que aún no está bien visto que el crimen triunfe en pantalla, vivimos una peripecia existencial alrededor del robo de unas joyas. Los personajes que protagonizan la historia buscan alguna forma de libertad y paz. Sterling Hayden/Dix Handley ansia regresar a la granja perdida durante la Gran Depresión, al reencuentro con los caballos y la memoria de su padre y de su abuelo. Marilyn Monroe/Angela Phinlay se conforma con visitar Cuba, en aquel entonces ensoñación del paraíso para los norteamericanos. Jean Hagen/Doll Conovan anhela acompañar a Hayden/ Dix donde éste vaya, haga lo que haga, Sam Jaffe/Riedenschneider apunta a México y a la contemplación de muchachas bonitas.
Huston dibuja un relato naturalista en el que se fuma mucho y se sufre en proporción. La ciudad, posiblemente Los Angeles, es una jungla en la que no hay respiro. La ley, un martillo del que no escapa nadie. Louis Calhern / Lon Emmerich, durante una partida de cartas con su espòsa enferma, apunta que la delincuencia presenta distintas caras, unas más amables, como la suya, otras más rudas, como las de Hayden, pero realmente todas iguales. Buscan atajos para conseguir la libertad o la felicidad.
Huston dibuja un relato naturalista en el que se fuma mucho y se sufre en proporción. La ciudad, posiblemente Los Angeles, es una jungla en la que no hay respiro. La ley, un martillo del que no escapa nadie. Louis Calhern / Lon Emmerich, durante una partida de cartas con su espòsa enferma, apunta que la delincuencia presenta distintas caras, unas más amables, como la suya, otras más rudas, como las de Hayden, pero realmente todas iguales. Buscan atajos para conseguir la libertad o la felicidad.
15 abril 2007
12 abril 2007
Dos
Mientras como dos pares de ojos azules siguen los movimientos de mis cejas. Dos muchachitos criados con el runrún del Mediterráneo se sientan en las Tripp Trapp y presiden con soltura una comida para diez. Desdeñan la comida pero no pierden ripio ni de mis cejas ni de dos camiones de obras públicas. De juguete, por supuesto. Uno de ellos habla. Fusiona los nombres de sus primos como si éstos fueran sólo uno. Tiene casi razón. El otro esboza pequeñas sonrisas cuando mis cejas amanecen por encima de las gafas.
Nunca estuve en una mesa mejor presidida.
Nunca estuve en una mesa mejor presidida.
Melancolía
Los días se amontonan en la mesa. Llegan en sobres, en la tarjeta de memoria de la cámara e incluso en una llamada de teléfono. Hay días pasados y días por venir. Toda una maraña de planes y recuerdos. Como los muebles en un antiguo palacio, algunos persisten bajo las sábanas que los protegen del deterioro, esperando que alguien irrumpa, abra las ventanas y los descubra en todo su esplendor. Como aquella fotografía, el olor en la escalera, este estribillo en la radio. Los detonadores de la nostalgia se activan con energías tan ínfimas como sutiles, pero con capacidad devastadora para la estabilidad de nuestra melancolía, la fatiga por lo que nunca tuvimos o simplemente perdimos.
10 abril 2007
Ochenta y nueve
Y aquí seguimos. Atónitos ante el espectáculo de tus ganas de vivir. Un rayo rojo te quitó el velo de los ojos, faros para siempre de la entrega total, del cariño completo, de la fidelidad inquebrantable. El genio no se apaga en la lectora voraz que vive atascada entre horarios sin horas y madrugadas en blanco y negro. Sigo siendo niño gracias a ti, recordando aquellas mañanas de diciembre en las que, como un Arturo tímido y soñador, desensartaba espadas de plástico en California-47. Te debo que me rescataras de las alucinaciones de la fiebre, aquella vez, en Fósforo-8, que me enseñaras a leer para poder reñirme por leer el periódico a los cuatro años, que me acicalaras al salir de casa, que viéramos a Papa Nöel. Las sobremesas en Padre Isla-5 fueron una escuela en la que nunca pude aprender el método para ser millonario, pero ahora nado en la abundancia de una vividura satisfecha alrededor de ti y de tu energía y de tu capacidad de fabulación y de tus reflejos.
The Prestige (2.006)
Magnífica película dirigida por Christopher Nolan. Tras Memento, Insomnia y Batman Begins, Nolan da una vuelta de tuerca más a su estilo narrativo plagado de saltos temporales. Aquí tenemos la rivalidad de dos ilusionistas que por distintos motivos motivaciones van entretejiendo una historia de amistad llevada al odio. Bale quiere dominar la magia, Jackman al público. Un accidente desencadena los desencuentros entre los magos.
Con una deslumbrante actuación de Christian Bale (The New World, Batman Begins, Equilibrium) y otras no desdeñables de Hugo Jackman y Michael Caine, recorremos los días en los que los magos llenaban los teatros. El cambio de siglo es propicio para personajes como éstos, con la Humanidad atónita por los avances de la técnica y el conocimiento de la naturaleza. Hay una aparición rutilante del genio de Nikola Tesla, encarnado por David Bowie, sobrio, gélido, estupendo, con una mirada bicolor que sigue asombrando. La máquina diseñada por Tesla servirá para el golpe final a la historia.
Un juego de engaños en tres pasos, como los buenos trucos. El último, la repanocha. La película recomendabilísimo.
Con una deslumbrante actuación de Christian Bale (The New World, Batman Begins, Equilibrium) y otras no desdeñables de Hugo Jackman y Michael Caine, recorremos los días en los que los magos llenaban los teatros. El cambio de siglo es propicio para personajes como éstos, con la Humanidad atónita por los avances de la técnica y el conocimiento de la naturaleza. Hay una aparición rutilante del genio de Nikola Tesla, encarnado por David Bowie, sobrio, gélido, estupendo, con una mirada bicolor que sigue asombrando. La máquina diseñada por Tesla servirá para el golpe final a la historia.
Un juego de engaños en tres pasos, como los buenos trucos. El último, la repanocha. La película recomendabilísimo.
09 abril 2007
Abril
Arranca el mes con los ochenta y nueve años más centelleantes que hayan visto los siglos. Olor de primavera y sol, descorche de viajes y encuentros, un rumor de calefacciones para los momentos irrepetibles que saboreará Andrés. Buscamos el horizonte calizo y con ese objetivo atravesamos la tierra y pisamos la nieve. Encontramos refugio en Canuto, allí donde el corzo observa impávido, relajado tras su muerte acaecida hace mil años. El pasillo es un slalom de estufas que culmina en la fábrica de empanadas. Metros cuadrados de hojaldre pavimentan el camino de los sueños, éste que silueteado con casadielles y borrachinos marca la frontera con el verdadero hogar, el que brota debajo de la mesa camilla. El heredero resiste como puede el empuje femenino y yo subo al cementerio a dar novedades. Salimos de la boca del lobo para meternos en la del fraile. Cierran unos chigres y abren otros, pero no existe aquel que atienda a veintisiete personas sin que las banderillas queden colocadas en lo más alto. A pesar de todo, lo pasamos bomba saltando de mesa en mesa, quitándonos el pan, invitando a vino, escamoteando las sillas, asistiendo al espectáculo de los bofetones que nacen de la esperanza. Después, asalto a la panera, frente al palacio del marqués de San Feliz, para hacer inventario digital de lo que somos y de lo que seremos.
Me traigo las vistas desde la atalaya gris. Últimamente sólo hablamos de muertos y de niños. Repasamos las edades una y otra vez para detener el tiempo. Cuatro, cinco, siete, ocho, trece, treinta y nueve, cuarenta y dos, setenta y ocho, ochenta y dos, ochenta y nueve. Por la noche no se escucha el reloj, quedan los suspiros infantiles tras el record mundial de descenso de tobogán, una vez más con cubito y radio intactos.
Los niños rezongan tristones mientras construimos el regreso. Han descubierto el paraíso.
Etiquetas: viaje
08 abril 2007
04 abril 2007
Carlos Boyero y Two for the road
17. Buenos días, Carlos, quisiera saber tu opinión sobre un clásico: Dos en la carretera de Stanley Donen. Muchas gracias.
Es una de las reflexiones más inteligentes y creíbles que se han hecho nunca sobre el paso del tiempo, ese gran enemigo del amor.
El Mundo, cuatro de abril de dos mil siete
03 abril 2007
Two for the road (1.967)
Interesante película del maestro Donen sobre la complejidad del matrimonio. Un arquitecto y su esposa, brillantemente interpretados por Albert Finney y Audrey Hepburn, recorren Francia en coche y revisan sus años en pareja. La narración no es lineal y hay continuos saltos entre el presente y el pasado. Los diferentes momentos temporales se asocian a los vehículos que conducen los protagonistas, salvo en las secuencias de su primer encuentro, pues la pareja sólo tiene disponibilidad para hacer autostop. Después veremos descapotables rojos, verdes, blancos. El tiempo va respondiendo las preguntas que los ingenuos autoestopistas se van planteando en su primer viaje juntos. La comunicación, los hijos, las exigencias laborales, el tedio, el progreso económico, todo cobra su peaje a esa comunidad llamada matrimonio. Audrey luce magnífica hablando con los ojos, y se hace difícil entender como un personaje como el de Finney puede complicarse la vida con ella. Ahí la grandeza de la película.
Colores
Ayer visité un lugar extraño en el que unos gigantes de color naranja horadan la tierra. Con uñas de doscientos cuarenta kilos fracturan y rasgan el terreno para extraer la energía que nuestras sobredimensionadas vidas se inyectan con ojos sanguinolentos. Después, una lluvia negra se apoderará de un coche blanco con asientos de cuero rojo.
Y mientras rodeamos un cementerio de dinosaurios amarillos, vimos montañas nevadas poniendo un telón natural y majestuoso a la valentía de los hombres. Los castaños lloran hojas caducas mientras los almendros lanzan despreocupadamente su fantasía banca y fragante.
Y mientras rodeamos un cementerio de dinosaurios amarillos, vimos montañas nevadas poniendo un telón natural y majestuoso a la valentía de los hombres. Los castaños lloran hojas caducas mientras los almendros lanzan despreocupadamente su fantasía banca y fragante.
Etiquetas: viaje
01 abril 2007
El laberinto del Fauno (2.006)
En el quinto año de paz una niña viaja con su madre embarazada al campamento donde su padrastro lucha contra el maquis. Refugiada en los libros de fantasía debe superar tres pruebas para demostrar que es la princesa heredera. El fauno se las irá planteando sucesivamente. La imaginación es la salida de emergencia para la niña, que confía en dibujar puertas con tiza que le permitan evadirse del mundo cruel en que le tocó vivir. Muy bien fotografiada y encuadrada, efectos especiales físicos y electrónicos perfectamente integrados, música excelente. Y qué decir de los actores. Sergi López crea un malvado odioso, sin aristas, de mirada gélida y maneras psicopáticas. Ivana Baquero borda a esta nueva Dorothy en busca del paraíso perdido, Alex Angulo lleva a la pantalla entereza y dignidad. Y Maribel Verdú se sube al pedestal de las más grandes actrices.
Guillermo del Toro nos regala una de las grandes películas de la temporada. Y nosotros le pagamos con lágrimas.
Guillermo del Toro nos regala una de las grandes películas de la temporada. Y nosotros le pagamos con lágrimas.