31 diciembre 2005

Mojones

16.17 horas

17.06 horas

Queremos delimitar el tiempo de la misma forma que lo hacemos con las fincas y los caminos. Amojonarlo todo para controlar la vida que se nos escurre entre los dedos. Recoger los problemas y guardarlos en los estantes del olvido, eso sí, ordenados alfabéticamente.

El tiempo es una compactadora tenaz que trabaja aunque nos aferremos al pasado como a la vida. Acumula capa tras capa de hojas caídas de las arboledas de nuestros mejores días, de aquellos que la melancolía pinta de colores donde sólo hubo grises y mucho negro.

El hombre pone mojones en el camino de la Historia para distinguir entre antes y después, para saber a qué llamamos viejo y cuando podemos poner la etiqueta de antiguo a cualquiera de nuestros recuerdos.

Hoy colocamos otro mojón. Este mismo día de hace quince años empecé un libro leído con ojos de océano. Mi mejor libro.

16.17 horas

17.06 horas

Avionetas y cohetes

Se ha implantado la moda de acostar a los niños, a mis hijos, transmutados en avioneta. Hacen el Cristo mientras los llevo a cierta velocidad por las dependencias de Fort Apache, de camino a la cama. El padre pone la banda sonora en una mezcla de hélices, turbohélices y turborreactores, todo aderezado por un tembleque en el labio y un chorretón de saliva.

Ellos se creen que son aviones o cohetes. Son aviones. Son cohetes. El motor de su ilusión se alimenta de esfuerzos paternos que no son tales, que son regalos que cada día la vida nos pone en bandeja. Hay que estar atentos para recogerlos, para exprimirlos, para apropiarnos de ellos para siempre.

La nena me asetea con sus te quiero, te quiero muchísimo, dardos certeros que desarman la costura de la paternidad responsable. Reclama continuamente mi atención, la de su madre, la de todos. No quiere que la riñamos, su mundo se deshace cuando se esfuma la nube de la fantasía, esa en la que vive disfrazada de hada azul o de prima ballerina de color rosa, perlada de piedras falsas, con Leopardín de partenaire flojo y suave.

Por la noche desfilan desde sus habitaciones a nuestra cama, se hacen un hueco con determinación y, en ocasiones, nos expulsan a las camas de ochenta/noventa. La madre propone que pongamos un límite a estas incursiones que magullan las espaldas y laceran los hombros, pero noche tras noche, la paternidad irresponsable se impone.

¿Quién no soñó con ser motor de un cohete espacial?

30 diciembre 2005

Sabores

Sabores que evocan amigos.

Estos días rematamos un paté elaborado sólo con carro de centollo, de la cetárea del Rinconín. Regalo de dos buenos amigos, Rodolfo y Julián, a los que visité en febrero. Me agasajaron como si fuera lo último que tenían por hacer en esta vida. Ambos son ya abuelos. Trasmitirán seguro los valores del respeto al prójimo, del amor a su tierra y a su mar, de la asturianía cachonda, de la conversación tranquila, de la juerga sentida, de los consejos graves, del trabajo serio, de la observación serena de un entorno poblado de alimañas pero también pleno de oportunidades para disfrutar y ser felices. Les deseo sus deseos. Con un whisky de reglamento. Pedrín, pide, J&B, vaso bajo, muchísimos hielos y una cocacola aparte.

En aquel mes de febrero, aún con esperanzas, hicimos un recorrido fragante de cara al mar, desde el bugre mastodóntico de Ataulfo hasta la copa nerviosa con el Pelayu, en el bar de la rula de Gijón. Pasamos por una discusión sobre quisquillas zanjada por el ojo de arpón de Rodolfo, recogimos centollos, más quisquillas y el paté en la cetárea del Rinconín, ahora transplantada al Musel, cazamos bolsas de mejillones con Rodolfo como un Neptuno con mofletes a punto de estallar, y encontramos un tesoro en el bañal de Juan Carlos, el Pelayu, máscarón de proa, crujiente en sol, de un oficio que ya se muere.

Trasegamos libros y mariscos en el maletero de mi coche, y con el alma encogida, de noche, regresé a casa, más Fort Apache que nunca.

Equidistancia y olvido

Al hilo de la entrada del 28 de diciembre, Alfredo Relaño se lanza al charco, a refocilarse en el barro. Todo vale para promocionar la cadena cuatro, hasta decir que "Esta noche (en la Cuatro) hay derby navideño. Homenaje a Gil, personaje polémico donde los haya habido, pero del que en estas fechas navideñas procede más recordar lo bueno, que también lo hubo."

Todo vale con tal de subir unas decimillas el share de cuatro. Porca miseria.

Atlantic city

Now our luck may have died

and our love may be cold

but with you forever I'll stay

(Bruce Springsteen, NEBRASKA, 1.982)

Ahora nuestra suerte puede haber muerto
y nuestro amor haberse enfriado
pero estaré siempre contigo

29 diciembre 2005

Convención

Ayer, en Fort Apache. De Purísima y oro, JVB y Sánchez Bolín, con las chicas.

Primera ponencia, jamón añejo de Aragón de su puta madre, carro de centollo, paté de pescado, callos con manos (gracias, madre), tarta helada. Mágnum de Pradorrey (gracias, padre).

Segunda ponencia, ron Liberación con hielo y limones, Catto’s y William Lawson con hielo.

Mesa redonda. La vida en Valladolid, en España, en Nueva York, en el mundo. El hotel Reina Victoria, el Wellington, Charo López y Antoñete, el toro que mató Paco Camino.

Ratas e hijoputas. Nuestra izquierda y su derecha. Atlantic city, Bizarre love triangle, Hurt.

Literatura, cine, Tarantino, The Killers, Lee Marvin, Ava Gadner, Uma Thurman, Johnny Cash, radiografías, retratos, afectos, la familia, César, Rául, Prada, MVM, Ellroy, DeLillo.

Conclusión, cambiar de mundo.

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28 diciembre 2005

Equidistancia

Den por escrito presunto/presuntamente delante de todo aquello que no tenga condena firme.

Me desayuno con que un periodista saca cum laude con una tesis sobre el Atlético de Madrid. Y la integral de Sonnenfeld atascada. Este blog es ahora mi tesis.

Mañana hay un partido de fútbol en memoria de Jesús Gil, que fue presidente del Atlético. Escucho en la radio a Florentino Pérez y a Paolo Futre enterrar en flores el recuerdo de quien visitó obras, juzgados, jacuzzis, cárceles, amnistías, estudios de televisión, cuadras, despachos, locutorios de radio, siempre jaleado por la estulticia de periodistas y aficionados al fútbol, con un millón de lúas en el bolso por si había que salir corriendo.

Dirán/dicen los palmeros que hay que distinguir entre su comportamiento como dirigente del club de sus amores y su traza de empresario con todas sus vicisitudes por el filo de la navaja. Eso se llama equidistancia, y cuando la aplican los nacionalistas vascos produce sarpullidos.

Ah, es que esto es fútbol. A la mierda.

Un poema

Llegó.

Ni aspirar tu dulce perfume a nada

Gracias.

Lecciones de chino

Me llega desde Falcon Crest la noticia de la condena de un ministro chino, Tian Fengshan.

Se le queda medio millón de pavos en las uñas y le meten un paquete de perpetua. Por chorizo. En la foto que acompaña vemos a un personaje con un lustre sólo comparable al brillo de la laca que adorna su podrida cabeza, como un pacoumbral trasnochado y chino.

Sin tener ni puta idea de los pormenores del caso, me encanta la sentencia. Tengo la teoría de que quien roba dinero público es medalla de oro en la olimpiada de los ladrones. Nos tanga a todos. Más bien, a casi todos. A todos los que dejamos gotas de nuestro sudor en los impuestos que pagamos de manera directa o indirecta. La pena se debe multiplicar por el esfuerzo del que se quema las manos con el cemento, de quien aguanta estoico las paridas del management, de aquellos que doblan turnos con la porra en el cinto, de los camioneros bizcos de leer señales de tráfico. De los que trabajan y pagan sus impuestos, con gusto o sin él.

Occidente, España, toma nota. Tian Fengshan, te jodes.

27 diciembre 2005

Cielo en negro

El cielo es un alboroto de nubes grises, de algodón sucio. Una borra infecta que me aprieta contra el suelo mientras el hombre de negro se pregunta ¿En qué me he convertido, querido amigo? / Todos los que conozco / se desvanecen en el aire.
Mi horizonte es una chapa ondulada. A un lado veo una estructura metálica recorrida por venas de acero que transportan un rencor amargo. Me asomo a la ventana que es este blog buscando aire, pero sólo veo frases en negro y pensamientos gris marengo.
Me pesa la memoria, se me cierra la puerta como a Ethan Edwards y mi mundo es batido por un viento cruel, impío, sucio. No encuentro rama a la que subirme, me asomo al precipicio de la desolación, me fuerzo a recordar a mis hijos, aire puro, cálido.
La luz blanca del fluorescente es mi firmamento, inspectora implacable de mis sueños technicolor que se quedan monocromos cuando el corazón se encoge pensando en los días que vendrán.
Días de hielo.

Cautivos de la Moncloa (2005)

Alentado por JVB me leo de un tirón el último hijo de Raúl del Pozo, el periodista impar. Empiezo en la sección de neumáticos de un hipermercado y lo termino en la piltra, con la fiebre de la lectura intensa.
Es un libro extraño. El autor quiere hacer un estudio clínico de los extraños sucesos que acontecen en el Palacio de la Moncloa. Los que lo habitan como presidentes del Gobierno acusan sensaciones alucinatorias, paranoias e incontinencia verbal, en algunos casos acompañadas de idiocia sobrevenida. Dado que la tesis se demuestra sola, tal y como comprobamos cada vez que vemos a los presidentes en televisión, el libro deriva, no se si voluntariamente (JVB, pregúntaselo, por favor), hacia unas memorias del periodista irredento. Ese periodista es Raúl del Pozo, vive en los aledaños del poder, come con ministros, ministrables, presidentes y todo el tropel de diputados, senadores, secretarios y subsecretarios y demás servidores de la función pública (a riesgo de su analítica de sangre y orina). Juega con ellos a la brisca (es un decir), pero no pierde oportunidad de escribirles las verdades a la cara, negro sobre blanco, con taquígrafos que son él mismo. Esto le cuesta el repudio a la puerta de la prisión de Guadalajara, lo que demuestra su honradez y su entereza; le supone la amenaza chulesca del anterior habitante de la Moncloa; la reprobación del premio Nobel y otros desprecios más.
Raúl del Pozo no se inmuta y nos regala un impagable documento sobre la vida en el país del coche oficial, el cazo, la democracia y las ambiciones camufladas de amor patrio. Por si fuera poco, el libro se lee de un tirón, pleno de ritmo. No obstante, se queda corto, queremos saber más sobre la vida de este cazador solitario, Michael Vronsky’s style.

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26 diciembre 2005

Lunes

Toca trabajar. Me despierto con los herederos metidos en la cama. La madre emigró a la cama de noventa para continuar el sueño entre Batman y los peluches.
Me levanto con la palanca de la responsabilidad. Deambulo por la casa buscando una excusa para quedarme, pero sólo encuentro las telarañas del sueño y el frío que me llama desde el lucernario. Me ducho, me visto y me pertrecho con las llaves, el móvil y el iPod y una copia de The searchers/Centauros del Desierto para la lectora entusiasta de éste y otros blogs. La envidio, se enfrenta por primera vez a una de las mayores películas de la historia del cine, al viaje del antihéroe que persigue sus demonios hasta lo más profundo del desierto para descubrir que están dentro de él mismo. La puerta se cerrará dejándolo fuera del mundo de los vivos.
Acomodo a Leopardín cerca de la niña, le dará los buenos días de mi parte. Quedan los pequeños en la cama grande como un matrimonio en miniatura, calientes como dos panes recién horneados, agitados en sueños de regalos venidos de lejos, durmiendo como sólo duermen los niños en Navidad.

25 diciembre 2005

Nochebuena

Salmón ahumado, lomo ibérico,
crema de gambas, lechazo al horno,
helado, casadielles, trufas, turrones varios,
Vega Sicilia Único,
cubalibres y whiskys con hielo.

Banda sonora con mariachis, The Stone Roses (I wanna be adored), The Smiths, Sabina, Glutamato Ye-Yé, Calamaro, Radio Futura, Los Elegantes y su tremenda versión de Soy Tremendo, Los Nikis, The Waterboys, Funkytown, Golpes Bajos, Alaska y los Pegamoides.

A la guitarra, JVB. Al micrófono, Sánchez Bolín.

24 diciembre 2005

Felicidades


Salud.

Monarquía


Cuando se cumplen diez años de la muerte del Capitán Blanco, que murió coronel, único español que escuchaba el discurso navideño de Juan Carlos I, la Monarquía se encarga de demostrarnos definitivamente que todo es un montaje, y malo.

23 diciembre 2005

Te pido un poema

La música me excita mientras el poso de la ginegra me adormece. Me hielo en un caos. Camino bajo una escarcha de cuchillos que pelan mi frente. Las luces me guiñan los ojos y lloran porque no llego a tiempo. El frío es un látigo que me quema la espalda mientras mis pies claman perdón.

Otro océano me mira profundo y limpio pidiendo que escriba más, y yo le rezo para que me envíe un poema.

Desde la piel blanca enmarcando ventanas de azul color verde, te pido un poema.

Vendrá la rima y traerá tu sangre. Llegará el verso cosiendo el fracaso, tus manos blancas y el aplauso duro del desamor en negro. Pero leeré tu poema y mi corazón te pedirá que me envíes otro.

Vendrá el poema y será blanco. Aquí lo espero. Tejiendo sonrisas mientras las hojas me cubren y me piden silencio.

No puedo callar, mi alma chilla implorando perdón, otro amanecer, otro día, tu poema.

¿Echamos un pito?

- ¿Echamos un pito?
- Espera, que envío este mail. Cinco minutos.
- Joder, siempre dices lo mismo. Voy bajando.
Este siempre está igual. Que lo espere. Es lo que hago todos los días cuando vamos a tomar el café. En realidad es lo que he hecho toda mi puta vida. Esperar. Espera a acabar la carrera. Espera a que la conozcas bien. Espera a que estés estabilizado. Espera a ver si encuentras un piso mejor situado. Espera que la cosa va a cambiar.
- Espera, no seas cagaprisas. Ya voy.
- ¿Viste el debate ayer?
- ¿Qué debate?
- Joder, el de la ley de Familia.
- No. Estuve viendo el partido. Como la gente normal. Tú y tus debates.
- Es verdad, perdona. Se me había olvidado que trabajo con un cafre.
- Vaya, hombre. El cultureta.
- ¿Cómo quedaron?
- Ganó el Madrid, como de costumbre.
- Pues será costumbre desde ayer, que lleva mes y medio que no dan pie con bola.
- Claro, como ahora los árbitros ayudan al Barcelona.
- Ya estamos con lo de siempre.
- Tú sí que estás con lo de siempre. Que estás caducado, colega.
Todos los días la misma jodienda. Pero es mi amigo. Bueno, trabajamos juntos desde hace años. Casi no recuerdo cuántos. De lo que si me acuerdo es de que vino con mucho ímpetu, como un toro. No me extraña, con ese pestorejo que tiene. No es mal chaval. Lo malo es que ya no es un chaval. Ni yo tampoco, joder. Estas putas canas. Al menos me tapan un poco la barriga. Qué chorradas pienso. Bueno, como las que digo.
Y encima la barriga no me deja subirme a todos los trenes que me pasan por delante.

Los personajes que aparecen en esta entrada son de ficción, aunque te los puedes encontrar por el mundo a miles.

22 diciembre 2005

Frío

Ocho grados bajo cero.
El cielo está limpio, como si no tuviera fondo ni dimensiones, y las luces de las farolas cuelgan de la nada. Escucho Will to love, del de la camisa de cuadros, I can be like/ a fire in the night. El frío entra como un puñal por los resquicios de la lana, y el ánimo se escapa por los huecos que deja la daga al salir.
Promesas que no se cumplirán, peleas en el bosque, una muerte digna, de soldado romano, la cara alta. Estamos así, Like an ocean fish/who swam upstream/Through nets,/by hooks, and hungry bears (Como un salmón/que nada aguas arriba/ a través de redes/ entre anzuelos y osos hambrientos).
En casa, el calor, todos en la misma cama, niños y padres.

21 diciembre 2005

Muerte

Ha habido una explosión con heridos graves cerca de donde trabajo. Me adelanta, a toda velocidad, una ambulancia medicalizada. Entre los pinos distingo heridos tumbados en el suelo. Después, el helicóptero, las radios, los políticos, los expertos y los bobos. Leo que hay heridos graves, algunos incluso requieren atención especial de grandes quemados. Más tarde, llamadas de familia y amigos interesándose por mí.

La muerte está cerca, a nuestro lado, calentándonos la nuca con su hálito desértico. Está emboscada en un andamio, en el cambio de rasante, en el párpado caído de un conductor fatigado, en un corazón extenuado, en una comida de más, en el suelo resbaladizo, en el puñal de un demente, en el argayu de la autopista, tras la cortina de la ducha, apoyada en el columpio, en el gen del antepasado, en cartones de winston, en el pedreru, donde viven los percebes, en la sangre del mosquito, en el beso del amor, en el depósito de disolventes, en la mente del estratega, en la paranoia del terrorista, en la aguja del yonki, en la costera del bonito, en el molino de bolas, en el banco de niebla, bajo el bombardeo de napalm, en la receta con estabilizantes, en la explosión en la mina, en el miedo, en el hartazgo de vivir, en la torre de alta tensión, en la mano larga, en la paliza del loco, en el despecho de la amada, en la máquina sin frenos, en la roca en la pista de esquí, en el odio del amargado, en la pistola del cobarde, en la desgracia del juego, en la nota del sicario, en el mordisco de la serpiente, en la cárcel secreta, en la celda oscura, en la riada de barro, en el microondas, en el soborno al ministro, en la huida por la selva, en el secuestro exprés, en la ventana abierta, en el golpe de mar, en la muerte del hijo, en los planes del dictador, en el abrazo del oso, en el hueco sin tapar, en el cirujano borracho, en el paso a nivel, en el cigarro sin apagar, en la broma pesada.

Como decía áquel, nos la encontraremos allá donde se la debamos. Con la cara alta, y para adelante.

No quiero ver más muertes que la mía. Y un ruego para cuando me lleven al lado del capitán Blanco, que murió coronel. Que no me aplaudan. Morir no tiene mérito.

20 diciembre 2005

Palabras

Familia, vainilla, hermano, regaliz, hermana, lavanda, padre, menta, madre, canela, frío, viajes, gritos, distancia, curva, contracurva, barro, verja, barrera, ojeras, divorcio, dolor, hijos, hijas, caramelos, celos, amor, odio, amor, entrega, amor, pasión, amor, servicio, amor, lucha, amor, struggle, amor, heridas, amor, cicatrices, odio, trinchera, entraña, asco, bilis, repulsión, paciencia, parar, templar, mandar, fumar, esperar, aguardar, sacudir, disfrutar, dolor, odio, daño, correr, sudar, huir, volver, guirlache, enseñar, gozar, natillas, abrazar, escuchar, cantar, cazar, ratas, justicia, ratones, lágrimas, gatos, perros, amigo, amiga, niños, azufre, traición, peligro, olvidar, llorar, sufrir, olvidar, disfrutar.

19 diciembre 2005

Horario

18 diciembre 2005

Mágico mundo de colores

Me dirijo al centro. Voy caminando desde casa. La idea es coger el autobús para salvar la colina y una vez en la margen izquierda del río, seguir a pie hasta mi destino.

Avanzo por la ladera y observo como mi autobús pasa despreocupadamente por delante de mis escasas narices. Estas uvas están verdes, es mejor hacer todo el trayecto andando. Día gris, con un trampantojo de niebla y unos árboles sin hojas que imploran sobrevivir hasta la primavera. Hace frío de veras, estimulando mi paso por la cuesta que desciende hacia el río, hasta la primera obra, desgarro tremendo que va saltando de carril en carril.

Observo los rostros espantados y las ropas de los peatones con los que me voy cruzando. Todo está descolorido. Despojamos nuestra ciudad de colores, vestimos de azul oscuro, negro, gris, marrones varios. No es de extrañar que en casa nos hipnoticen los sacerdotes televisivos, construyendo una fantasía technicolor donde se suceden sin descanso hermosas mujeres, varones apolíneos, glamour barato y chabacanería de saldo, anuncios de colonias en inglés, huidas en coches hacia minas a cielo abierto, juguetes que prometen y no cumplen, farmacia y parafarmacia con el consejo del farmacéutico/tendero, miles de millones de euros que van y vienen hacia y desde Bruselas, concursos de idiocia, exhibicionismo de la esfera íntima, ningún programa de cine ni de libros, competiciones entre pueblos con vaquillas y hostiones, cocineros magos que guisan nuestros sueños a fuego lento, chicas del Telecupón (¡la o!), películas con la imagen escamoteada, máscaras que predican realmadridismo desde el telediario, políticos disputándose el trono de la cara más dura, princesas que sólo quieren vivir como estudiantes y estudiantes que nunca serán princesas, también nos escupen maratones por los pobres.

Todo por el share. Al final nos queda una pesadilla en blanco y negro, como el No-Do.

17 diciembre 2005

Premio


¿Por qué no hay más días como hoy?

Enhorabuena

16 diciembre 2005

Corte de pelo

Le hemos cortado el pelo, está precioso.

Es el único varón sobre la faz de la tierra al que le digo guapo. Tiene una cabeza hermosa, con una mata de pelo firme que huele a caramelo y almendras garrapiñadas. Sus ojos miran bajo la tupida techumbre de sus cejas, desde la mayor curiosidad del mundo, con un halo de franqueza limpia, mientras los mofletes son dos lunas pálidas que piden a gritos que las acaricies.

Siempre dispuesto a escuchar cualquier historia que le relates, historia convertida en etéreo combustible de una imaginación que bulle atosigada por superhéroes, dibujos animados, buenos y malos, dinosaurios de plástico y plastilina, naves espaciales, pistolas y espadas, perros de peluche y peluches como niños.

Sus manos tienen la piel blanca, los dedos finos y fieles, y la palma serigrafiada con nerviosas arrugas que son firma compartida en las manos de su padre, de su abuela y del capitán Blanco, que murió coronel, y cuyo nombre porta desde hace seis años.

Mi hijo.

15 diciembre 2005

Viaje a Cantabria

Salgo de viaje de nuevo, esta vez me acompaña la única, la madre. La luna nos guiña el ojo por babor, hasta que el velo de las nubes la reserva hasta la próxima anochecida. La nieve nos pasa la mano por el lomo mientras nos despedimos de la meseta.
Está bien viajar acompañado, se habla más y se piensa menos.
Hoy no veré a De Purísima y oro. La próxima vez que nos encontremos será en un festejo con picadores.
Mejor.

14 diciembre 2005

Walking on water (2004)

Aquí, Caminar sobre las aguas y en Israel, LaLehet Al HaMayim.
Buena película sobre la evolución interior de un agente del Mosad que se dedica a asesinar enemigos del Estado de Isarael, ya sean palestinos o ancianos nazis.
El protagonista, Eyal, interpretado de manera soberbia por Lior Ashkenazi, vive rodeado por la muerte, sin plantearse la situación hasta que la mirada de un niño, hijo de un dirigente de Hamas asesinado por él, y la decisión de su esposa, le resquebrajan su mundo.
La relación con los nietos de un posible nazi alemán, ya anciano, continúa horadando sus convicciones, sobre todo por la libertad de prejuicios con la que vive el nieto varón (Axel Himmelman/Knut Berger) y por la mirada limpia de la nieta (Pia Hammelman/Caroline Peters), cooperante en un kibutz.
La película se resiente en la solución final que le dan al atormentado Eyal, por apresurada y demasiado feliz.
No obstante, sorprende la valentía con la que director, Eytan Fox, y guionista, Gal Uchovsky, afrontan toda la situación actual de Israel, los palestinos, los atentados, la homofobia, el Holocausto, los aburridos kibutz, etc. Destacamos también la correcta fotografía, algo plana, aunque disinguiendo bien los ambientes (kibutz, Jerusalem, Berlín), y la excelente banda sonora.
Se echan de menos apuestas de este estilo en el cine español, algo que vaya más allá del costumbrismo conservador, de la zafiedad torrentista, y de las imposibles historias almodovarianas.
Más riesgo, más valor, y menos eructos.

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Nacionalismo y fútbol

Siempre lo dijimos, el remedio contra el nacionalismo es la Liga de fútbol.
Todos acaban pasando por el aro.
Y manda huevos que le dediquemos una entrada del blog a esto.

13 diciembre 2005

Lecciones

12 diciembre 2005

Paseo

Banda sonora de

Amaral, Jewel cantando New Order, Paul Weller, Los Ilegales, Kilye Minogue, Inmaculate Fools, Madonna y Johnny Cash.


Salgo con el atardecer visto para sentencia, bajo un chaparrón de frío. El aire es transparente, el horizonte, al sur, está envuelto en celofán dorado y vira al azul más triste a medida que la vista alcanza el norte oscuro, glacial, insolente e implacable.

El viento nos congela la risa pero también trae niños y niñas de tierras inhóspitas y crueles para que podamos compartir este bienestar que nos recuece el alma.

Subo por una escalera sin nada que envidiar a las de la más imponente pirámide maya. Pero no estamos en Uxmal, a mis espaldas está Zaratán. Las carreteras se desbordan en una avenida de viajeros que regresan sin haber conseguido olvidar. Los chicos con master ronronean mansos en las pistas de padel mientras ellas buscan paraísos artificiales en casa mientras cuidan de los cachorros y se preguntan porqué.

El barrio se vende o alquila, con inmejorables panorámicas, mientras nos prometen la felicidad en un farallón de rascacielos mirando al Mediterráneo. En un belén un pastor porta una nota de papel que dice El Alcalde nos trae / a los Rolling Stones / para así ganar / las próximas elecciones. Hiperrealismo en estado puro. Rollizas muchachas con medias de rejilla acompañan a sus madres del caño al coro y del coro al caño, mientras los padres se visten de aviadores para hacer un viacrucis de claretes y tapas de oreja.

Busco las calles más solitarias, jalonadas de falsos plátanos, donde los columpios y los balancines paralizan los sueños infantiles. No hay niños, están asomados a las ventanas de los juegos, los dibujos, las películas, en el refugio del hogar. Como Dersu, entre sombras, intuyo a Amba. Piso firme y espero. No le veo la cara pero puedo sentirlo, él y yo sabemos que el día no es hoy. Respiro hondo y sigo camino. Las orejas sufren sujetándome las gafas, pero mis manos están calientes y mi corazón es una marmita que burbujea lírica mientras guisa los recuerdos.

La noche echó el cerrojo y no puedo tararear las canciones que me acompañan, el frío puso a curar mi cara y no la deja moverse.

Llego a Fort Apache. Puedo ver desde la calle el reloj y el poster de Dolls. Me reciben las carreras y los gritos de siempre. El calor es auténtico. Es mi casa.

11 diciembre 2005

War of the worlds (2005)

Aquí se llama La guerra de los mundos. No se si es un remake de La guerra de los mundos de 1953, o una nueva adaptación de la novela de H.G. Wells.

En cualquier caso, esta película de Steven Spielberg es magnífica, aunque provoca división de opiniones en los espectadores. Ayer, sin ir más lejos, sólo le gustó al cincuenta por ciento de los asistentes al pase que dimos en casa. Es decir, a mí me gustó y a mi señora no. Dice que no le resulta verosímil. Es comprensible dadas algunas de las licencias que se toman los guionistas, pero podemos soslayarlas para gozar con esta obra.

A mi me ha encantado, es la segunda vez que la veo. Ya la disfruté en agosto, aunque en versión doblada, y que no le hace justicia, especialmente a Dakota Fanning.

Spielberg domina la narración como nunca, nos lleva con ritmo firme a lo largo de todo el metraje, incluso en las secuencias en el sótano del personaje de Tim Robbins. La música de Williams sostiene los hilvanes del relato de manera espléndida.

Los hombres, la Humanidad, son marionetas en manos de un ser superior que los salva por los pelos. Spielberg está descreído, no hay optimismo por ninguna aprte, a pesar de un pretendido final feliz a lo Centauros del Desierto.

Por encima de todo la película es un ensayo sobre la mirada, acerca de la curiosidad por ver, aunque esto sea nuestra perdición. Tom Cruise guía con manos de cirujano los contenedores desde su privilegiada atalaya en la grúa portuaria; el vecindario se acerca al lugar donde cayó el rayo, al lado de la iglesia, para ver qué pasa; vemos pulverizar personas a través de la pantalla de la videocámara que cae al suelo en el primer ataque; Tom va al espejo a certificar que está cubierto de ceniza humana; cuando huyen en coche la cámara gira (magistralmente) alrededor de ellos para que podamos verlo todo desde todos los ángulos; su hijo quiere ver los combates al otro lado de la colina; en el sótano de Robbins los alienígenas exploran el terreno con ojos mecánicos gigantes, aunque el espejo los engañe, e incluso acaban bajando ellos mismos a ver qué hay.

Definitiva es la frase de la niña tras el ataque en el sótano de la casa materna, a oscuras, cuando pregunta si están vivos. Puesto que no ven al estar sin luz, ella piensa que no han sobrevivido. Esta es la clave, si no ves, es que estás muerto.

Contra esto, las situaciones antagónicas en las que si apartas tu vista de la realidad, sobrevives, te salvas. Su hija les dice, cuando va a orinar en el río, que no la miren, y el padre insiste que no mira pero que quiere verla. Consecuencia de esta huida de la mirada paterna es el cuadro que la chiquilla se encuentra en el río.

En la escena más terrible, cuando Tom decide resolver sus diferencias con el personaje de Robbins, venda los ojos de su hija para protegerla, como hace el maestro Spielberg con los espectadores, con uno de los fuera de campo más prodigiosos que quien esto escribe recuerda.

Tras el pufo de Amistad (1997), Steven Spielberg ya sólo hace obras mayores, Saving private Ryan (1998), Artificial Intelligence: AI (2001), Minority Report (2002), Catch Me If You Can (2002), War of the Worlds (2005). No incluyo The Terminal (2004) porque no la he visto.

Esperamos con sumo interés Munich (2005).

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10 diciembre 2005

La piscina

Retomo la costumbre veraniega de nadar rato y rato. Paso de la piscina de casa, exterior, veraniega, quemada de luz y calor, a la piscina municipal, cerrada, gris, desinfectada, repulida.

Ejercicio sin banda sonora, sólo mi respiración y los palmetazos en el agua. Con gafas de nadar veo mejor debajo del agua que fuera. Siempre me he perdido los grandes espectáculos proporcionados por las piscinas, ya se sabe, nadadoras, socorristas, modelos, estudiantes, esposas y madres que lucen cuerpos sanos, tersos y sugerentes. La miopía sin corregir no es buena compañera para el disfrute visual. En fin, de esa forma me concentro mejor en el ¿deporte?. No digamos tanto, sólo desgaste intensivo de las abultadas reservas energéticas que atesora de cuerpo, aquí mikelines.

Esto debe ser lo que llaman el primer mundo, el mar encerrado en un pabellón, al lado de casa, con el agua a treinta grados y el pH bajo control. Desde luego, es otro mundo, distinto al que nos escupen cada día los telediarios. Viéndolos me siento marciano.

Me acompaña la chica de mirada oceánica, más mimetizada que nunca en este vaso gigante peinado con flotadores rojos y rayas azul oscuro.

Los niños han ido a cuidar de sus abuelos y nosotros evocamos tiempos de noviazgos, estudios y zozobras. Tiempo del uno para el otro, como en una aplicación biyectiva que nos despeja el camino de distracciones para que podamos disfrutar.

Volvemos a casa. Se torna enorme sin la presencia gorgojeante del heredero y de su hermana, pasamos la tarde preparando la venida de los hombres magos y del barrigudo de barba blanca, mientras quien esto escribe trabaja con un parche en el ojo.

Esta noche, cine. Sesión doble, Toy Story (1995) y War of the worlds (2005).

Atónito

Contra

Las radios son trincheras desde las que se pontifica contra la emisora de enfrente, disparando confetti de mala leche y con un ojo puesto en el Estudio General De Medios, que al final es lo que vale.

En Internet se apellida al periodismo como digital para seguir haciendo lo de siempre. Cuando el enemigo, no el adversario, se hace un hueco, hay un puñado de euros prestos a ponerle enfrente, es decir, en contra, otro paredón contra el que estrellar la simpleza de los argumentos.

Incluso en el fútbol, hay aficionados de esos que llaman hinchas que sólo conciben el amor a su equipo apuntalado en el odio al rival.

Yo quiero a mi mujer y a mi hijos, a mis padres, a mi familia, a mis amigos y a mi país, España. No odio a nada ni a nadie, y no hago las cosas contra nadie, sino para mí y los míos. Espero que mis hijos lo aprendan pronto.

En mi corazón no pueden convivir el amor y el odio.

09 diciembre 2005

Realidad/ficción

08 diciembre 2005

Páramo


(Del lat. parămus, voz de or. prerromano).

1. m. Terreno yermo, raso y desabrigado.
2. m. Lugar sumamente frío y desamparado.
3. m. Col. y Ecuad. llovizna.

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Aquí vivimos, luchamos, reímos, sufrimos, lloramos, disfrutamos, gozamos, rodeados de páramos. Esperamos al nuevo año que saludará con las tierras de labor cambiando al verde, despertando el ansia de volver a Asturias.

Johnny Cash me acuna mientas mis dedos pican raudos el teclado, como las jodidas gaviotas. El hombre de negro se me aparece en sueños, con la mirada socarrona del irredento que ansío ser, y me dice Seré lo que soy, un hombre solitario. No es un hombre solo, eligió su camino y lo siguió, en zigzags, pero lo siguió.

Buscamos nuestro camino, cosidos a dudas, hasta llegar a donde el sol calienta la tarde y los niños ríen hasta desatornillarse. Cogidos de la mano, ella y yo nos hablamos sin abrir la boca, con el viaje a nuestras espaldas. Hemos llegado, ahora toca descansar. Sin páramos a la vista.

07 diciembre 2005

Viaje en tren

La nena no había montado nunca en tren y decidimos arreglarlo. El anterior intento, en Asturias, contaba con el soporte de Ricardín, pero llegamos tarde, la telaraña de la Vega de Ciego nos sujetó fuerte y alcanzamos la estación un minuto después de que el tren partiera. Además, la pequeña se durmió y sólo su hermano y la madre completaron el trayecto en tren desde Mieres a Pola de Lena. El que esto escribe ofició entonces de chófer para la Bella Durmiente.

Esta oportunidad nos lleva a Medina del Campo, que estrena estatua de la protosanta en su Plaza Mayor. Viajamos por tierras roturadas desde siempre, entre algún manchurrón de pinares y todo el frío del diciembre que ya se viste de luces para plantarle cara a otras Navidades.

Nos reciben el padre y el hijo. Aquél, de manos grandes para sujetarse el corazón enorme, y el pequeño con rizos que se estrena hablando para decir que todo es suyo. Cómo no.

Nos acogen en su casa blanca, luminosa, caliente, limpia, repleta de libros y de aromas de vino y bacalao al pil-pil. Llega después la sacerdotisa que oficia en los pagos de La Seca con uvas, buen humor, sonrisa perenne y paciencia infinita.

Charlamos de esto y de aquello sin concretar nada, como en las buenas conversaciones. Nos acompañan a la Estación, entre carreras y gritos de los niños, que parece que nunca se cansan hasta que se rinden en nuestros brazos, azotando nuestras maltrechas espaldas.

El tren nos trae a la capital que se pasea encorvada, acogotada por no ser Detroit.

06 diciembre 2005

Báscula

Qué cabrona.
Ciento tres.
Algo habrá que hacer.

05 diciembre 2005

En tiempo real

Me pongo el uniforme de parado, Paulie Walnuts’ style. Escojo los zapatos más viejos que tengo, espero que parezca que voy disfrazado, no que me visto así. En verdad, me la sopla.

Paseamos la que mira desde el océano y yo con los herederos por una ciudad radiografiada por una blanca luz de hielo, la que cura los jamones y encoge las ganas de recorrerla. Queda para los valientes como nosotros.

La nena, toda en verde y pana, camina con paso firme y dos estrellones de frutas del bosque en las mejillas, sin parar de decirme cuanto me quiere. En unos años le dará repelús caminar por la calle con el primo castellano de los Soprano. Esto ya no me la sopla. Tendré que comprarme otro chándal.

El heredero apareció como un San Sebastián tras la visita al ambulatorio, espantando a golpe de hipodérmica las enfermedades que ya no lo vencerán. Un helicóptero apagafuegos apagó el fuego que le quema el hombro. Monta el artefacto con sus manos blancas, limpias, de palmas tan arrugadas como la mías, las de Mariaflorina y las del capitán Blanco, que murió coronel.

Se barrunta Traspinedazo.

Todas las redes de telecomunicaciones se ponen a nuestro servicio para urdir un viaje desde el sarmiento en brasas hasta el cuenco de barro repleto de lechazo crujiente. Las respuestas croan rápidas desde mi teléfono móvil, aullidos ensalibados pensando en el jueves, en el placer de la conversación, de la ensalada, de la sopa para los que no piensan morirse nunca y para los que nos importa un huevo, lechazo para todos.

Nosotros, de Purísima y oro y señora, el obrero del blog y la novia de Drácula, el trío de Medina del Campo, todos. El de Cuenca no contesta.

Leo a Julio, mi Johnny Cash con tupé de rizos. La muerte de Lee Marvin nos deja huella. Es el cine de verdad, el que no hace trampas, el que te deja entrar para luego sorprenderte con un portazo en la conciencia y la retina. Como nuestros blogs, cocinados en su propia salsa, la crema de nuestra vida, gratis total, para el que quiera leernos.

The killers (1964)/Insomnia (1997)

Con Julio, sesión doble para darle un golpe definitivo al fin de semana. Tiramos del fondo de Criterion para disfrutar, por un lado, con The killers (1964), versión Don Siegel, con John Cassavetes, Lee Marvin, Angie Dickinson y Ronald Reagan, y por otro, con Insomnia (1997), de Erik Skjoldbjaerg, interpretada por un inmenso Stellan Skarsgard.

Son dos películas, cada una en su estilo, sobre muertos en vida. En un caso, por despecho tras una embestida de la muy sensual Angie Dickinson. En el otro, el why no se presenta de forma explícita, pero quizás un exceso de años vagando por el downtown donde habita la delincuencia sueca pueda darnos una pista.

The killers, aquí Código del Hampa, se presenta con una luminosa fotografía de estilo televisivo, plagada de sombras, poco natural, pero suficiente a los objetivos de la película. De nuevo una mujer fatal y unos hampones que, contra todo pronóstico, se hacen preguntas, aunque en ello les vaya la vida. Mmm, terrorífica secuencia inicial en la escuela para ciegos. Memorable la escena final, con una de las mejores muertes que quien escribe recuerda. Si es que hay muertes para recordar. Buena adaptación del relato de Hemingway, pero que no supera la versión de Siodmak de 1946, la de Ava Gardner, Burt Lancaster y Edmund O’Brien, más arriesgada y sorprendente.

En Insomnia la luz es un estorbo para el detective insomne, que lo saca de sí y le hace perder el absoluto control sobre su caso, su vida y sus relaciones con el resto del mundo. Skarsgard llega a dar auténtico miedo, en un personaje que entra y sale continuamente del código de buena conducta de la pasma, si es que en Noruega puede estar éste vigente cuando nunca es de noche. Película de ritmo sensacional, sin estruendos ni sustos para el que la ve, y que deja un poso de desaliento, náusea y frío en el alma, donde el policía busca sin descanso una cortina que tape la luz para poder dormir, y de paso dar descanso a su alma tramposa, asediada por todos los fantasmas exteriores e interiores.

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04 diciembre 2005

Ruido

Hay mucho ruido.

Soterramiento, impuestos, Real Madrid, trenes, Estatut, pelotazo, Fundación Franco, terrorismo, integrismo, Constitución, Islam, IPC, carburantes, obispos, remolacha, absorciones, azúcar, Ronaldo, manifestantes, pena de muerte, Irak, CIA, siempre la CIA, Pinochet, disidentes, suicidio, mentira, Fidel Castro, Maradona, estafas, Gabilondo, Jiménez Losantos, del Olmo, despidos, etarras, helicópteros, comisiones, promotores, EPO, trampas, timos, obsoleto, ruina, tirones, chorizos, policías con barriga, Operación Triunfo, cocaína, asesinatos, ERE, King Kong, skinheads, Lolitas, whiskys contra cubatas, fundaciones, pederasta, apolítico, toxicómano, urbanizaciones, tráfico, atasco, saneamiento, asco, memoria, olvido, gitano, mercado, premio Planeta, damnificados, hambre, SIDA, AIDS, frío, trasplante, ataque, defensa, corte de luz, disentería, tortura, malaria, horca, isla artificial, Chaves, desierto, tala, agua, Zaplana y Rubalcaba, adopción, exilio, amor, fatalismo, desarraigo, inmigrante, estulticia, muerte, ladrón, hijoputa, hijodeputa.

Así es imposible oír nada.

03 diciembre 2005

Más espaldas

De espaldas al padre, de cara a los juegos.

02 diciembre 2005

Dos mil cinco, Pozo Cablero

Vamos rematando el año.

Nos pasó por encima como una apisonadora.
Nos dejó con el rostro contra el asfalto, con la bota en la cabeza.
Nos sacó el unto uno por uno.
Nos reímos bastante, comimos todo lo que pudimos y le dimos a la copa como sólo nosotros sabemos hacerlo.
Nos queda un retablo de comidas, puros, saltos en la piscina, deuvedés, Anthony and the Johnsons, exámenes de anatomía, aviones y trenes, putadas mil y cabreos millones.

Pero estamos vivos.

01 diciembre 2005

Uno de diciembre de mil novecientos noventa y cinco

Ese día el capitán Blanco murió coronel. Un viernes por la tarde, para molestar lo menos posible, como toda su vida.

Lo enterramos el domingo, en su obra maestra, en granito gris marengo, mirando al mediodía, cerca de casa.

Está en mi recuerdo todos los días, los tajos que dejó en mi memoria están rellenos de su hombría, de su presencia, de sus frases, de sus gestos. Una impronta marcada con el fuego del cariño y del respeto que nos teníamos, trenzada con su peculiar manera de afrontar un mundo que era mucho peor que él, y que lo aturdía por la falta de sinceridad, honestidad y educación, manifestada por sus contemporáneos a cada paso.

A pesar de todo, su capacidad de análisis y de clasificación lo mantenía a salvo, protegido en su trinchera de programas de radio, Farias y cafés con leche a la temperatura de evaporación del hierro.

Unos ejemplos sobre su visión del mundo.

Primero.

(él) El mundo se divide en dos categorías.
(yo) ¿Sólo en dos?
(él) Sí.
(yo) A saber.
(él) Caballeros y truhanes.

Segundo.

(él) En el trabajo hay cuatro tipos de personas.
(yo) Tomo nota.
(él) Al primero pertenecen los que hacen las cosas bien sin que haya que explicarles cómo. Son los maestros.
(yo) Mmm.
(él) En el segundo están los que lo hacen bien cuando se lo explicas. Sólo necesitan una única vez. Son los competentes.
(yo) Sigue.
(él) Hay un grupo de individuos a los que hay que instruir varias veces para que hagan las cosas bien, son los molestos.
(yo) ¿Y por último?
(él) Son los que no hacen las cosas bien ni a la de tres.
(yo) ¿y cómo se llaman esos, abuelo?
(él) Esos son los despreciables.

Destrozo este blog a brochazos de melancolía, pero la terapia me lo exige, y también mis deudas con los que me preceden y los que me siguen.