Veintiséis de agosto
El viento atraviesa las hojas del eucalipto. Son inquietantes, susurrantes, apaciguadoras, intimidantes y sólo significan lo que queramos.
Un sonido polisémico y arcaico que juega caprichoso con nuestro libro de códigos saltando de una página a otra, de una definición a otra, sin respiro.
Como el viento del este hace con mi cabeza.
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