Esos que se utilizan en colegios y escuelas. Se compran cada año porque quedan inservibles y/u obsoletos transcurrido un curso escolar. Pesan mucho y cuestan más.
Mientras tanto, Soria es digital televisivamente hablando y suspiramos por un iPhone. Los niños portean su pesada carga cada mañana y las editoriales buscan un cambio más para el curso que viene. El libro es cuaderno, pero no te ahorras los cuadernos. Así se asegura su destrucción. Los hermanos pequeños nunca más descubrirán los pecados de sus hermanos mayores al heredarlos.
Además, la proliferación de pasados autonómicos, lenguas maternas (me parto de risa), desarrollos curriculares específicos y demás morralla multiplica las versiones de cada libro, lanzando las economías de escala por el desagüe. Cada septiembre, una cola en Hipercor y un sarretazo al bolsillo.
Por favor, libros de contenido estable, actividades en formato digital fácilmente imprimible, buenas bibliotecas. Salvaremos los bosques, nuestros bolsillos y la espalda de nuestros hijos. Las editoriales seguirán prosperando igual, nada que temer por esta parte. Las consejerías de Educación ya inventarán algo.
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