30 junio 2007
26 junio 2007
24 junio 2007
Ojos y orejas
Caminante son tus huellas
El camino nada más;
caminante no hay camino
se hace camino al andar.
Al andar se hace camino
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
El camino nada más;
caminante no hay camino
se hace camino al andar.
Al andar se hace camino
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Antonio Machado
El camino empezó hace quince años, cuando comenzamos a abandonar la hura del paseo del Cauce con destino a nuestras propias vidas. Los días y las horas nos llevaron a los hijos, a Barcelona, a Managua, al pozo Cablero, al funeral del padre, al éxito profesional, a la auditoría sin firma, a la memoria de tantos momentos sufridos juntos.
Los mojones que acompañan este sendero son sacramentales: bodas, bautizos, comuniones. Ahora le tocó turno a nuestro Jean Reno de cabecera, un muchacho alto amigo de otros muchachos altos, lo cual no es óbice para que comparta vida y costumbres con chicos bajos, incluso calvos y gordos.
Los mojones que acompañan este sendero son sacramentales: bodas, bautizos, comuniones. Ahora le tocó turno a nuestro Jean Reno de cabecera, un muchacho alto amigo de otros muchachos altos, lo cual no es óbice para que comparta vida y costumbres con chicos bajos, incluso calvos y gordos.
La escarcha de los años pasados adorna nuestras sienes y nos da un cierto aire senatorial justo antes de que comencemos a colocarnos las servilletas en la cabeza, modelo cuatro nudos, modelo Carmen Miranda e incluso modelo Frascuelo.
Gracias a José Luis Maroto nuestras hambres legendarias, bien azuzadas por los gin tonics y unos falsos novecientos metros, son sometidas bajo toneladas de rabas, canapés, cubos de foie, croquetitas y otras viandas. Durante estos hechos, nuestros ojos y orejas pasan a la Historia, y un camarero de imposibles gafas de montura roja deja escapar una sonrisa cuando le recuerdan una infancia sufrida a la sombra de otras gafas, esta vez de patillas de pasta negra. Sánchez Bolín pierde los alvéolos pulmonares entre la risa y el resto de la cuadrilla mantiene el gesto mientras los aperitivos son ensartados en los palillos, incluso en las espaditas de plástico, como si fueran piezas ganadas en un imaginario juego de damas.
El resto es conocido, y sólo nuestro. Pies magullados por los tacones, corbatas empapadas tras la conquista de pista de baile, seminarios sobre gestión de averías y garantías de cliente, pantalones en los tobillos y risa, muchísima risa.
Gracias a José Luis Maroto nuestras hambres legendarias, bien azuzadas por los gin tonics y unos falsos novecientos metros, son sometidas bajo toneladas de rabas, canapés, cubos de foie, croquetitas y otras viandas. Durante estos hechos, nuestros ojos y orejas pasan a la Historia, y un camarero de imposibles gafas de montura roja deja escapar una sonrisa cuando le recuerdan una infancia sufrida a la sombra de otras gafas, esta vez de patillas de pasta negra. Sánchez Bolín pierde los alvéolos pulmonares entre la risa y el resto de la cuadrilla mantiene el gesto mientras los aperitivos son ensartados en los palillos, incluso en las espaditas de plástico, como si fueran piezas ganadas en un imaginario juego de damas.
El resto es conocido, y sólo nuestro. Pies magullados por los tacones, corbatas empapadas tras la conquista de pista de baile, seminarios sobre gestión de averías y garantías de cliente, pantalones en los tobillos y risa, muchísima risa.
El sábado nació con sol, como el futuro que deseamos, con ese niño/niño que vendrá tras las nauseas de la mujer morena.
La hura del paseo del Cauce, un lugar mítico marcado para siempre bajo la señal de Salida; nuestros oídos y orejas, notarios infalibles para no olvidar lo que tenemos, nuestra amistad.
22 junio 2007
Lucha de gigantes
Lucha de gigantes
convierte,
el aire en gas natural
un duelo salvaje
advierte,
lo cerca que ando de entrar
En un mundo descomunal
siento mi fragilidad.
Vaya pesadilla
corriendo,
con una bestia detrás
dime que es mentira todo,
un sueño tonto y no más
Me da miedo la enormidad
donde nadie oye mi voz.
Deja de engañar
no quieras ocultar
que has pasado sin tropezar
monstruo de papel
no se contra quién voy
o es que acaso hay alguien más aqui?
Creo en los fantasmas terribles
de algun extraño lugar
y en mis tonterías
para hacer tu risa estallar
En un mundo descomunal
siento tu fragilidad.
Deja de engañar
no quieras ocultar
que has pasado sin tropezar
monstruo de papel
no se contra quién voy
o es que acaso hay alguien más aquí?
Deja que pasemos sin miedo.
Antonio Vega
convierte,
el aire en gas natural
un duelo salvaje
advierte,
lo cerca que ando de entrar
En un mundo descomunal
siento mi fragilidad.
Vaya pesadilla
corriendo,
con una bestia detrás
dime que es mentira todo,
un sueño tonto y no más
Me da miedo la enormidad
donde nadie oye mi voz.
Deja de engañar
no quieras ocultar
que has pasado sin tropezar
monstruo de papel
no se contra quién voy
o es que acaso hay alguien más aqui?
Creo en los fantasmas terribles
de algun extraño lugar
y en mis tonterías
para hacer tu risa estallar
En un mundo descomunal
siento tu fragilidad.
Deja de engañar
no quieras ocultar
que has pasado sin tropezar
monstruo de papel
no se contra quién voy
o es que acaso hay alguien más aquí?
Deja que pasemos sin miedo.
Antonio Vega
21 junio 2007
19 junio 2007
Cuatro días
Atravesé un túnel vestido como una momia de kleenex. Una tenaza de bronce me hurtó el aire pero encontré un compañero menudo y tenaz que el viernes estuvo a prueba para ser futbolista. Atendido como quizá no merezco pasaron los cuatro días y tuve que pagar peaje sin ir a una boda en Salamanca y a un homenaje en Zamora. Sé que los homenajeados sacaron adelante los festejos con gallardía y estilo mientras me quedo tranquilo enredado entre películas, series de televisión, duermevelas enchufadas al iPod y un revoltillo de sábanas y calores febriles.
El lunes me recibió con dos palmos de papeles en la mesa y The book of lightning coronándolo todo como un pisapapeles rockero y espiritual.
El lunes me recibió con dos palmos de papeles en la mesa y The book of lightning coronándolo todo como un pisapapeles rockero y espiritual.
17 junio 2007
14 junio 2007
13 junio 2007
Hoy
Me asomé a un orificio de cristal y vi el infierno. Ahora, mientras la luna se desmenuza cuadriculada sobre el lucernario tengo que acercarme a escuchar esas respiraciones infantiles que son la certeza de que el infierno queda al otro lado. Espero otra entrada de Purísima y el aire es un puño negro que me estrangula espantando el sueño de la cama. Estuve en un palacio de la vanidad y un hombre me regaló un inventario de dramas. El desconcierto es la melodía de este martes ya vencido y sólo queda arrancar Skype y conectar con Harlem.
12 junio 2007
11 junio 2007
Vega, año III.
Tercer año triunfal.
El arco iris arranca en Fort Apache y llega hasta la casa de color albero, al lado de la playa de Vega. El caldero de oro fue sustituido por una caja de poliuretano llena de percebes, así que obviamos la hoja de reclamaciones y afrontamos un fin de semana lleno de niños, lluvia y sidra. El viaje es un túnel de lavado animado con rayos y centellas, y la expectativa de los días es el abrazo y la mesa compartida.
Los pasamos dentro de una novela de Agatha Christie, con un iPod desaparecido desde el sábado por la tarde hasta la siesta del domingo. El sospechoso principal es un equipo de fútbol con jugadores de edades comprendidas entre los cinco meses y los ocho años. Ni los interrogatorios individuales ni la delación subvencionada hicieron mella en el grupo. Aparecido el difunto detrás de una lavadora, un chocante giro argumental de última hora reaviva el crimen con la desaparición de Historias de Londres, el librito de Enric González.
Creadores somos. De proyectos fin de carrera, de hipotecas y de hijos. Buscamos un lugar amable con una alacena donde esconder los relojes y los teléfonos móviles y poder regodearnos satisfechos en la trayectoria de nuestra amistad en común. Nuestro universo se reduce a la cocina, el banco bajo el porche y las escapadas a por agua del mar para cocer los percebes. Hacemos repaso a los días ya idos, a las enfermedades ajenas, a los sucesos que nos azotan, al futuro, que no es más que once niños que ríen y cenan nueve huevos fritos y lloran y juegan al fútbol hasta que la ropa seca se termina.
El escenario es Vega, en el planeta Asturias, un mundo arrugado sobre la caliza y otras rocas que nos ofrece mil pliegues para la diversión y el disfrute. Hay un circuito en Ribadesella que tiene como bandera de cuadros una cortina de lluvia y un reguero de cañas de cerveza. También el recorrido en la mañana por las pescaderías, los delicatessen en bable y un supermercado. Tenemos conatos de asalto a la playa apagada bajo las nubes y también expuesta, eso sí, en domingo, al sol artero que disimula entre la suave brisa de la mañana. Los cuellos y hombros harán balance en rojo de un descuido llevado por la emoción de la vuelta al mar. Mientras tanto, dos niños lloran por una madre que se fue tras una cometa, Julia los imita pensando en un baño a diecisiete grados y dos hombrones sudan para no llegar a los treinta golpes.
El bonito no es del Norte, ¿es de Burgos, papá? Qué más da de donde sea, lo importante es donde está. Se desparramará a la plancha como un epílogo marino y suave de la fabada nacida de la calma de un hombre inquieto, al calor de una lumbre baja y exhausta. El que quiera queso de Valdeovejas tendrá a su disposición un mosaico de triángulos y el que quiera percebes, ¡ay el que quiera percebes!
La despedida es un abrazo de bienvenida adelantado. No podemos permitirnos más despedidas, sólo una reunión pospuesta a la Nochebuena para establecer otra fecha. Los anfitriones mejoran cada año los recuerdos de las ediciones anteriores y nosotros seguimos el viaje de una flecha lanzada por un arco pigmeo hasta el lugar donde los sueños descansan y los niños disfrutan, allí en Vega, en el paraíso, con Eduardo y Ángela.
Etiquetas: viaje
07 junio 2007
Un ruego
Los telediarios son un inventario de la truculencia. Evitamos que los cachorros los vean, pero a veces se nos escapa que atisben alguna que otra escena gore. Hoy, la cogida de Morante de la Puebla. El resultado:
¡Papá, yo no quiero ser torero!Bien pensado, no hay mal que por bien no venga.
La neblina del ayer (2.005)
Magnífica novela del cubano Leonardo Padura colocada en el género negro. Transcurre en la Habana y está protagonizada por un antiguo policía, Mario Conde, al parecer es personaje recurrente de Padura en una tetralogía anterior que no leí.
El género sirve al escritor para deambular por los claroscuros de la sociedad en la que vive y a la que ama con franqueza y desprendimiento. Como un funambulista, el autor oscila entre los recuerdos de aquella Habana mítica donde la noche refulge de espectáculos, mafiosos norteamericanos y burguesía patricia que no renuncia a nada; y la realidad granítica de un país que se plantea continuamente el coste del rumbo tomado en mil novecientos cincuenta y nueve. Los personajes, todos o casi todos perdedores, descreídos y bastante cínicos, con Mario Conde como penúltimo bastión de una forma honrada de entender los libros, la comida, la bebida, el sexo y los amigos.
Me queda la duda de que si Carvalho hubiera aterrizado por la Habana no simpatizaría con ese sosias llamado Mario Conde. Quizá hablarían poco pero al compartir un ron solo en vaso largo cada mirada encontraría en la otra una melancolía confortable y familiar.
El género sirve al escritor para deambular por los claroscuros de la sociedad en la que vive y a la que ama con franqueza y desprendimiento. Como un funambulista, el autor oscila entre los recuerdos de aquella Habana mítica donde la noche refulge de espectáculos, mafiosos norteamericanos y burguesía patricia que no renuncia a nada; y la realidad granítica de un país que se plantea continuamente el coste del rumbo tomado en mil novecientos cincuenta y nueve. Los personajes, todos o casi todos perdedores, descreídos y bastante cínicos, con Mario Conde como penúltimo bastión de una forma honrada de entender los libros, la comida, la bebida, el sexo y los amigos.
Me queda la duda de que si Carvalho hubiera aterrizado por la Habana no simpatizaría con ese sosias llamado Mario Conde. Quizá hablarían poco pero al compartir un ron solo en vaso largo cada mirada encontraría en la otra una melancolía confortable y familiar.
Etiquetas: libros, recomendaciones
06 junio 2007
Dragón
Yo tuve el futuro en mis manos. Con un DRAGON 64. Lo gané en el concurso Los jóvenes al encuentro de Europa. Me premiaron una redacción sobre la inminente incorporación a la CEE.
05 junio 2007
El niño con ranas en los pies
Mis cachorros acuden raudos al racaraca de la cerradura. La convención establece que ellos corren hacia mi y entonces los levanto hasta rozar el techo con sus cabecitas. Sus caras de vértigo despejan las jornadas por cuenta ajena como un viento sano y purificador. Hoy el heredero tenía los pies dentro de dos ranas. Un aporte de surrealismo en color verde que completa narrando un gol con la lengua enredada en mimos. Despejado el camino hacia el pulpo en vinagreta, los garbanzos y la carne necesaria, tú y yo bajaremos dos grados el nivel de atención mientras la tarde presenta credenciales soleadas y optimistas.
04 junio 2007
Del Araner al Modiño II
John Ford fijaba la vista contra los cerros de Monument Valley y después se solazaba surcando los mares con el Araner. Nosotros le damos la espalda al otero castellano y nos hacemos un hueco en el Modiño II. Tiene menos madera y en vez de las espaldas de John Wayne tenemos las de un trasunto de Gene Hackman que conduce como los ángeles un coche negro sin pedal de embrague.
Cuando las luces se descuelgan de las farolas exploramos la ciudad nueva para recoger al tercer hombre. El día se estira desde su comienzo y nos pone a disposición un reguero de kilómetros que terminan en un mausoleo de asfalto tatuado con líneas blancas.
La nave irá y mientras tanto cargamos alimentos diversos y cervezas. El día nos regala su mejor planta y comenzamos viaje rasgando suavemente las aguas. La música se esconde cuando apagamos el motor y el viento pasa a ser el combustible de nuestra ilusión. Los tiempos se estiran como en un reloj de Dalí, cambiando la firmeza del tránsito viario por la suavidad sedosa de la navegación.
En la mar hay otra medida más pausada, distinta, fluida, de otra época. En Aldán comemos tras un abordaje sin sables, que aunque inocente deja maltrecho el palo de la rojigualda. Un festival de raciones marineras es el preludio de la foto de los Untouchables, versión gorras viseras y cuellos rojizos. Para la tarde una sucesión de ceñidas que arroparán el número de las aceitunas voladoras. El MAPA nos persigue con un paquebote gigante pero la fiereza de nuestra mirada es suficiente para poner las cosas en su sitio. Cumplimos con nuestro deber y a las once en punto estamos delante de una mariscada de tres alturas con vistas al mar. Tres recogidas de escombro marino dan cuenta de la magnitud de la empresa. No es necesario aportar nada más a esta ceremonia de la satisfacción. El barco es nuestro hogar y así nos acogerá hasta que la luz del domingo nos saque a navegar otra vez. Camino de Ons tendremos que bajar la cabeza ante la tercera ola y buscar el abrigo de la isla. No importa. Nuestra humildad nos reconoce hijos del páramo y fija para más adelante la verdadera aventura, el viaje atlántico hasta Nueva York.