30 agosto 2024

Treinta de agosto

Llueve en la calle y en la carretera. Nick Cave presenta a su dios salvaje, y me pregunto cuál de ellos no lo es. Los eucaliptos crecen sin parar y la pluma escribe azul turquesa.
Cumplimos años y, a algunos, les da igual cuatro que cinco mientras otros se desesperan porque un cuatro se convirtió en cinco. El año que viene será parecido, mejor para algunos y peor para otros.
El cielo es gris y blanco y azul y otra vez gris. Como nuestra edad.

26 agosto 2024

Veintiséis de agosto

El viento atraviesa las hojas del eucalipto. Son inquietantes, susurrantes, apaciguadoras, intimidantes y sólo significan lo que queramos.
Un sonido polisémico y arcaico que juega caprichoso con nuestro libro de códigos saltando de una página a otra, de una definición a otra, sin respiro.
Como el viento del este hace con mi cabeza.

25 agosto 2024

Veinticinco de agosto

Si recorres un número concreto de kilómetros llegarás a una piscina de agua salada, protegida por un desafiante eucalipto.
Retirado el mar durante la bajamar, una pradera bien verde se extiende hasta el margen derecho de como quiera que se llame esto.
Estáis en otro lugar, es posible que sigáis a más de treinta grados.
No dejo de preguntarme por qué.

20 agosto 2024

Veinte de agosto

¿Cuándo algo deja de ser nuevo?
¿Cuándo ayer se convierte en pasado? 
¿Cuándo mañana ya no es el futuro? 
¿Cuándo un niño es un joven? 
¿Y cuándo un joven es un adulto?

18 agosto 2024

Diecisiete de agosto

Caminé la playa, volví a Eden Park y me comí una ensalada y pollo, largamente marinado, al horno.

Recorro Visitation Street, qué será de todas aquellas vidas, que será de nuestras vidas cuando acaben de leer la novela en la que salimos.

Tarde bochornosa, me subo a un autobús camino de  Villaviciosa para celebrar sesenta años.

Nació una niña. Mi pensamiento salta raudo de la madre hacia los que no la conocerán.

Bienvenida, A.

14 agosto 2024

Catorce de agosto

Tomé un café americano con sacarina y se hizo de día. Escucho el  sonido cósmico de los Hermanos Gutiérrez. Viajo hacia atrás viendo fotos y rebuscando recuerdos. 

Camino vestido de negro con calzado de colorines  y calcetines más vistosos aún. Nadie me mira, o no veo a nadie haciéndolo. No importa. Casi nada me importa, sólo vosotros. Llueve y deja de llover. Recuerdo y no dejo de recordar. 


13 agosto 2024

Trece de agosto

El cielo está gris y llueve con desgana. Camino hasta mi límite diurético. Los dueños corren atados a sus perros y el mundo sigue tranquilamente al revés. 

No es el mismo mundo que entonces, se movió y cada lo extraño más. Serán mis años, o los del mundo, o los de ambos que seguramente sean los mismos. Navegamos entre lo líquido y lo espinoso, con relámpagos y rayos a destiempo, sin dejarnos descansar.

Bajo a la playa. Escucho a Rafael Berrio, a Rialto, a los Go-Betweens. Testamento, desamor y nostalgia expresados con talento, sensibilidad y emoción. Llueve y no llueve. Vuelvo a casa. Cocino pisto, sardinas y unos torreznos y espero. Llegan de la calle, las nubes se disipan.


12 agosto 2024

Doce de agosto

Cojo una bicicleta para no perder el tren. Leo a Simenon y tengo que dejarlo porque el paisaje me distrae. Soy un viajero asomado a la ventana que me lanza dioramas.

Dejo la lectura y veo una siderurgia. Una fábrica de aquellos tiempos, todo fuerza, lucha y carbón y hierro.

Sigo viajando. Llego a Innisfree. Estamos casi todos. O casi nadie.


08 agosto 2024

Siete de agosto y parte del ocho

Salimos de la estación Irish Stout para recorrer algunos grados del arco atlántico, ramal cantábrico.

Comimos almejas, calamares, panza de bonito, helado de turrón con chocolate caliente, dos botellas de sidra y café americano. En una terraza en el barrio que boquea. Sobremesa sin freno. Conversación larga, frondosa, interesante, abierta, sincera, entretenida. Un paseo breve y llegamos a Old Fashioned, nuestra estación favorita. Los chistes malos, el recuerdo de los amigos ausentes, las preocupaciones y los placeres, los viajes y los tiempos.

Y en la despedida, una mirada de reojo al mundo de dentro de quinientos años.


07 agosto 2024

Siete de agosto

En la playa los niños debutan en el mar, hoy, gris. Decenas o cientos o miles se estrenan titubeando sobre las tablas. Otros, más pequeños, simplemente asoman sus pies menudos y suaves al abrazo de las olas fatigadas que llegan a la orilla. 
Vuelvo a casa. Viajo con Shuna. Recuerdo a Ashitaka y cuánto aprendimos subidos a Yakul. Me pregunto cómo era el mundo antes de nuestro primer Miyazaki. O antes de Pepe Carvalho. O de Pete Bondurant, de Morrisey, de Macondo, de Old Black, de Nusrat Fateh, de Kitano. 
Ahora sabemos como es nuestro mundo, ayudados por ellos. Mis hijos y yo lo sabemos. Me parece que tú, también.

06 agosto 2024

Seis de agosto

Hace calor y sopla la brisa. La humedad es poderosa mientras paseamos entre hormigón y prado. Ayudo en unas fotos familiares que seguro esconden toneladas de de secretos. Las gaviotas siguen ladrando y un barco blanco, esbeltísimo, reposa junto a otro de casco amarillo. Los jóvenes no le tienen miedo a casi nada y se arrojan al agua del puerto sin reparar en el futuro, que no existe hasta que se abalanza. 
Acaricio un perro que piensa que mis manos sanan y me pregunto qué fue de aquel yo. Seguramente se quedó atrapado en un ovillo de sueños e insomnios.
Como tantos otros de mis yo.

05 agosto 2024

Cuatro de agosto

Apenas entiendo el mundo. 

Cantaron que a los árboles no les importa lo que canta el pájarín. 

Rodeado de ruido, busco páginas y músicas, visiones sencillas y complejas, razones e intuiciones.

El padre y la hija descansan vestidos de azul y en la televisión un paisaje también azul me explica que pasará lo que tenga que pasar. 

Mientras el mar hace un hueco en la arena para que las hordas campen, se reparten premios y diplomas.

Y nosotros, como es costumbre, no tocamos a nada.


04 agosto 2024

Tres de agosto

El verano es una muchedumbre junto al mar y tus ojos azules desvanecidos en el albor de la mañana.

El verano es una tierra que no conozco y una ristra de aviones y trenes llenos.

El verano son las gaviotas ladrando y los gorriones buscando mi mano sin saberlo.


El verano es vosotros allí y yo aquí.


El verano es una panza de bonito a la plancha y cervezas y cervezas en la esquina de dos calles.


El verano es un viaje a las Shetland y un partido de los All Blacks casi al amanecer.


El verano son los estragos de los días y las noches y montones de libros destripados.


El verano son recuerdos que van y vienen al compás del reloj y una visita a la Rasa, y el suelo te coge y te deja.


El verano es donde llovía y hacía sol y, si lucían las estrellas, al día siguiente íbamos a la playa.


El verano es un desconocido y una frontera entre hoy y el futuro.


El verano es casi todo y casi nada. Como yo.

23 noviembre 2023

De los días y las noches

Cambiaron los días y sus luces y las noches y las suyas. 

El mar cambia a cada momento y apenas compite con el azul de tus ojos azules. 

Paseamos por la arena, entre el día y la noche, mientras las luces nos arropan humildemente.

Hay un festival de grises y azules que tiñó la arena, la escalera, los edificios, las calles, las personas y sus miradas. 

Tus ojos siguen azules, los míos están atónitos, perdidos en los tuyos.

Se acerca el invierno.

Y en invierno, viajar al sur.

Lo haremos, viajaremos al sur.


18 mayo 2022

27 + 27


 El mismo día que mi bisabuelo sumaba.


22 octubre 2020

Veintiuno

Mi hijo, que cité muchas veces aquí como el heredero, cumple años.

No voy a desparramar elogios excusándome mientras los digo que no se deben a que sea su padre, pues soy su padre. 

Él sabe que lo quiero, lo aprecio y lo admiro. Le diré más cosas al oído cuando las pandemias nos lo permitan.

Ahora abro este diario durante un suspiro para desearle una vida feliz y darle las gracias por dejarme ser su padre.

Felices veintiuno y los muchísimos que vendrán, Antonio

30 mayo 2020

40tena


Camino las calles nuevamente de lo que fue una ciudad cantábrica, antes industrial y bulliciosa, hoy apenas un paseo de veraneantes temporales o perpetuos.
Pasamos cuarenta días y más entre las paredes blancas y las fotos cuadradas, conectados con el Musel mientras descubrimos que los lenguados a la plancha saben a gambas y que el azul de tus ojos azules es un horizonte suficiente para esperar los días de los abrazos y regocijo.
Vimos acelerar un contador que refrendó nuestros miedos más feroces, nos buscamos en las pantallas, atisbamos un culete americano y gesticulamos sin parar para evitar que el agua turbia de lo desconocido nos arrastrase de una vez.
Hace unos días, o semanas, o minutos, enviamos de nuevo el mensaje a los Exploradores: Nacho Vegas
Mientras lo llaman nueva normalidad, recuerdo a MVM y sus Escritos Subnormales, sí, desde el planeta de los simios.
Bienvenidos a la Nueva Subnormalidad.

18 mayo 2019

Años



La Bauhaus cumple cien años, Walter Gropius hubiera cumplido hoy ciento ventiséis, y a mi me caen cincuenta y uno de la mano de la nueva objetividad, la modernidad, el racionalismo, el minimalismo y el estilo internacional. 
Pasad buen sábado.

26 abril 2018

Nueve


Hace nueve años viví uno de los días más tristes de mi vida.

Etiquetas:

01 diciembre 2017

Uno de diciembre

¿Dónde estás, Capitán?



18 mayo 2017

Dieciocho de mayo



Hoy, Robert Morse, el andamiaje sobre el que descansa Bertram Cooper, de Sterling Cooper, después Sterling Cooper Draper Pryce, después Sterling Cooper & Partners, cumple ochenta y seis añazos.
Desde aquí lo felicito y me uno a la fiesta (qué fiestas aquellas en Madison Av.) cumpliendo cuarenta y nueve.

27 marzo 2017

Sabina. Sol y sombra (2017)

03 marzo 2017

Próximamente




 
Uno que conoce a otro que sabe de un tipo que se lo leyó entre ratos dice que merecerá muchísimo la pena, que te entrarán deseos irrefrenables de escuchar a Sabina sin parar, y que el tiempo dedicado a la lectura del libro será un viaje por la literatura y la música que resultará inolvidable.
Y es que este diario sólo levanta la reja para relatar momentos únicos, como cuando Julio publica un libro.

Etiquetas: , ,

23 junio 2016

El futuro del rock and roll



Cuando en mil novecientos ochenta y cuatro quedé deslumbrado por Rust never sleeps vía satélite pensé que jamás vería a Neil Young en vivo.
Cuando en dos mil ocho vi a Neil Young en Arganda del Rey pensé que jamás volvería a verlo en vivo.
Y sin embargo, hace unas lunas, lo volví a ver. 
Y tú estabas conmigo.
El concierto pasó como un suspiro y la sacudida permanece. 
El futuro del rock and roll es un viento cálido que viene del pasado, de Toronto, de Omemee, de San Francisco, de los almacenes del Broken Arrow Ranch donde reposa la tormenta y Hank y el Reed, donde quizá Larry Cragg espera por Old Black, donde brota la música entre los campos verdes y los edificios de madera, entre tantos coches y tantas guitarras.
Recuerdo el atardecer transparente y el cielo azul surcado por un avión y las gaviotas y el Pueblo Español escenario involuntario de Cortez the killer cerrando la noche. 
Recuerdo a Neil soplando la armónica y entonces vi a Clarence Clemons.
Tuvo que tocar una vez y ciento Words para regalarnos la mejor versión, con un final en silencio como el fin de todas las cosas.
Y la promesa de lo real, Lukas y Micah Nelson y LoGerfo y Corey y Tato Melgar de compañeros de viaje, este Rockin’ in the free world, la ceremonia volcánica, adolescente y madura, la exaltación de la vida, del rock, de la libertad, de nosotros, de ti y de mí.

J., no nos dará tiempo a llevar a M., pero júrame que iremos con A. e I

Etiquetas: , ,

13 junio 2016

Cincuenta más




En mil novecientos no me acuerdo el año salté desde la escalera de la iglesia de Pola de Lena y aterricé sobre el entoldado de la verbena de las fiestas. Abajo me esperaba María Elena. Lo hizo muchas veces. Esperarme como yo a ella. Algunas colgaba de mi brazo. Otras veces, muchas también, colgaba Mariángeles mientras bajábamos desde Arzobispo Blanco hasta el acantilado de nuestro futuro. Ella y yo sabemos cuántas olas rompieron contra aquellas rocas. Y entre tanto, ¿te acuerdas?, subimos al Mofusu. Un noviembre despiadado entramos de la mano a despedirnos de tío Julio. Fue un honor acompañarte. Te lo agradeceré siempre, como hoy.
Nos hemos acompañado durante estos cincuenta años tuyos y le pido a la vida que nos acompañemos otros tantos. Y mientras, tú te tratas. Te garantizo que Julio, a quien tanto echamos de menos, ni Mariángeles, ni María Isabel ni yo ni los demás lo haremos. Porque sabemos que tú, María Elena, prima del alma, estarás pendiente de todos nosotros como un hada morena y elegante, como una hermana dulce, compasiva, exigente, un ámbar de caramelo como un postre impostergable e irrepetible de esta vida que empezó cerca de un poyete a la sombra de la casa de Josefina. 
Esta vida, María Elena, que merece otros cincuenta años como estos que nos regalaste.
Muchas felicidades.

18 mayo 2016

Hoy





El día en el que Bertrand Russell cumplía años, como yo.

01 diciembre 2015

Mienten



Mienten quienes dicen que veinte años no son nada.
Mi coronel, veinte años sin ti son toda una vida.
No te olvido, no te olvidamos.

22 octubre 2015

Dieciséis



Desde hace dieciséis años la Tierra es un planeta maravilloso.
Felicidades, A., hijo querido.

27 septiembre 2015

Confieso que he comido (2.014)


Etiquetas:

26 septiembre 2015

Tokyo Año Cero (2.006)


Etiquetas:

18 septiembre 2015

Pilar, Pilarina

Te debo unas palabras, Pilar, Pilarina.
Cada verano quise ir hasta allí, a Cienfuegos, enfrente de Villar, donde todo empezó. 
Pienso ahora que cada visita pospuesta fue un deseo imposible que no pude cumplir. Mi madre lo tuvo claro, visitarte era masticar ausencias y despeñarse por la melancolía: mi madre es más lista que yo.
Quise ir a verte y no pude, no fui capaz. Muchas veces lo dije y fallé. Más veces me acordé y lo lamenté.
Un viaje a media tarde, entre los rayos del sol, las curvas y los árboles y las sombras de aquel cementario lleno de Álvarez. Tu habla asturiana, tan fascinante y evocadora, tus halagos sinceros, tu bondad y tu generosidad.
Te recuerdo llorando con la abuela María Flor, que me enseñó a leer, cuando te arrebataron a tu hijo. Dos mujeres ante el precipicio de lo inexplicable.
Siento mucho que ya no estés. Y que falte Aurina. Que poco a poco nuestro pasado se desvanezca, porque esta vida entre ladrillos y nadas nos obliga a mirar hacia adelante.
Volveré a Cienfuegos a pesar de todo. Pasaré la mano por los muros calientes de tu casa y buscaré, en la ladera de enfrente, el pueblo de Villar.
Mis hijos me acompañarán, como otras veces. Siempre estuvieron dispuestos a venir conmigo. Merecen saberlo. Tienen derecho a saber de dónde venimos. De un valle lejano, a mil kilómetros de donde ahora te lloro, os lloro a todos.
Te debía unas palabras, Pilar, Pilarina.