Voy y vengo en el cochecito azul.
Me cuelo humilde entre grandes camiones y dejo entrar al sol por sus grandes ventanas.
Escucho música, la misma música una y otra vez.
Viajo desde los muelles hasta una playa encallada entre los cerros.
Recorro mi memoria estragada y vuelo para certificar el fracaso.
Abrazo a los hijos, a mis padres, capturo otro abrazo en el crepitar del teléfono, acuno una rosa blanca y un perro negro blanquísimo posa su cabeza en mi muslo estupefacto.
Me hago preguntas y evito las respuestas.
Miro y miro y no veo pues deslumbrado en el fulgor del azul de tus ojos azules no quiero ver nada porque nada necesito.
Voy y vengo.
Estoy llegando.
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