30 septiembre 2005

La cita

La sala de espera para la consulta del alergólogo es un buen observatorio de los usos y costumbres de nuestros compatriotas. Además, material impagable para un blog. Que conste que sólo observo y trato de escribirlo, no juzgo.
El miércoles pude pasar un rato de estos. Llegué a la hora, pero entre que me pintaron el brazo, me lo pincharon y untaron de alérgenos, y me midieron el tamaño de las ronchas, observé la que le cayó a una de las enfermeras por parte de una ¿señora? ¿usuaria? ¿enferma? ¿alérgica? ¿clienta?. En fin, como se diga ahora.
La puerta ya avisa, No llamen, nosotros salimos a por los volantes. La enfermera sale de la trinchera. Me acerco con mi volante. La primera en la frente.
(enfermera uno) Que no salgo a por volantes. María Jacinta Melamenéndeeeeeeez.
(Jacinta) Servidora.
(enfermera uno) Pase.
(Jacinta) Gracias, hija.
Pasa un rato. Suena el altavoz, Sánchez Bolín, puerta 36. Me pintan, me untan, me pinchan, soplo tres veces por el espirómetro hasta que me mandan a toriles. Espero. Sudo la de Dios. Qué pasillo de los cojones. Se abre la puerta. Sale otra enfermera. Es la del año pasado. Juraría que suena la música de Tiburón. Se acerca rauda una señora, en plena mitad de la cincuentena, piernas de vendimiadora, tremendo pantalón pirata blanco, de los rizos ya no digo nada. Allá cada cual. A por la enfermera.
(señora) Buenas tardes. Vengo con el volante.
(enfermera dos) Traiga.
(señora) Mire, quería decirle que me han escrito para adelantarme la cita.
(enfermera dos) Vale.
(señora) Pero es que recibí la comunicación esta mañana, a las tres, y porque me dio por abrir el correo.
(enfermera dos) ¡Ah!, a mi no me diga nada que yo no doy las citas.
(señora) Pero imagínese si no abro el buzón. No se puede avisar con tan poca antelación.
(enfermera dos) Esos son los de citas. Ya lo entiendo.
(señora) Y gracias que he podido venir, hija. Pero, ¿si no llego a ver la carta hubiera perdido la cita de hoy y la otra?. Es que me han avisado hace muy poco tiempo. Ve, me enviaron este sobre. A mi buzón.
(enfermera dos) Ya lo comprendo. Pero le digo que aquí no damos la cita. Tiene un número de teléfono en la cita para llamar.
(señora) ¿Y si pierdo la cita?
(enfermera dos) Ya le digo que llama usted y no pasa nada, le toman nota. Además, hay gente que le viene bien que le adelanten la cita.
(señora) Ya, hija, pero si no hubiera podido cambiar los recados no hubiera podido venir ahora. Si no le digo nada, ¿y por qué me la adelantan?
(enfermera dos) Pues habrá fallado alguien, y por eso hay un hueco que le asignan a usted.
(señora) Claro, maja. Si no digo nada, pero es que me enterado esta mañana, a las tres, y porque me dio por abrir el correo.
En un descuido, la enfermera se refugia en la trinchera, rozando la hipertensión. La señora, angustiada. Yo, tan contento, ya tengo la entrada del blog para el viernes. La alergia, como siempre.

28 septiembre 2005

Viaje a Cantabria

Voy a Santander. Pasaremos rozando la caliza. Asturias, tan lejos. Tan cerca. Si yo pudiera cantarte. Cantabria en una Asturias light. No tiene asturianos. Ni sidra. Pero al menos tienen vacas.

Pero esta verde, muy verde. Me gusta. Me gusta más Asturias. Cantabria es un respiro para los que vivimos entre páramos. Aquí no hay verde. Miento. Sí lo hay, pero no rabia como el nuestro. Es verde de árboles en las riberas, de pinares, de cereal que nace. A veces, sólo de pista de padel. Mierda. Le falta la fuerza del verde cantábrico, de grito contra el olvido, de soberbia, del color de la botella de sidra. Verde con cojones.

Me tengo que levantar a horas del siglo pasado, de minero galés. Coño, a horas de volver de juerga, no de levantarse. Aún así, afronto la noche optimista. Mañana veré montañas. Y me acercaré al mar y, aunque no lo llegue a ver, sabré que está allí. Esperándome.

Preguntas y respuestas

La entrada de hoy va dedicada a las preguntas inteligentes. Aquellas que no llevan incluida la respuesta. No se sorprendan. Les invito a que conecten con cualquier programa deportivo, preferentenmente radiofónico, y anoten todas las preguntas inteligentes que se formulen. Tranquilos. No hay que apuntar nada.
Si hacemos el experimento al revés, se nos agotan los cuadernos recogiendo preguntas que no necesitan respuesta. Por no necesitar, ni entrevistado necesitan.
Vamos con un ejemplo.
Concluye el partido con empate a cero. El periodista acude raudo a entrevistar a la estrella local.
(periodista) Muy cansado, ¿no?.
(futbolista) No. Sí. Bueno, no. Este ritmo de miércoles y domingo nos está pesando en las piernas.
(periodista) Quedar a cero no es un mal empate, ¿no?.
(futbolista) No, es un buen resultado. Visto como ha presionado el otro equipo, hemos hecho todo lo que hemos podido. Yo hubiera firmado el empate.
(periodista) Has jugado bien en la primera parte, pero no habéis podido superar su juego.
(futbolista) No. sí. Es que no hemos podido superar su juego. Lo importante es ayudar al equipo.

Tendría más interés planteada en estos términos. Al menos, nos reiriamos más:

(periodista) Se te ha visto cansado, ¿te están pasando factura las noches del Toisón? (porque nada es como las noches del Toisón, nada, nada, nada).
(futbolista) No. Sí. Estooooooooo...
(periodista) Con estos resultados tan pobres, vago de los cojones, ¿seguís aspirando a la Liga? ¿seguís aspirando a algo?. No digo aspirando algo, que eso ya lo se, sino a algo...
(futbolista) Estooooooooo...
(periodista) En la primera parte, cuando todavía podías respirar, gordo cabrón, hemos visto que conteníais al otro equipo, aunque sin dominar. ¿A qué se debe el bajón de juego de la segunda parte? ¿a las noches del Toisón?
(futbolista) No. Sí. Socorrooooooooo.

A tomar por saco. Se habrán herniado. Y asi día tras día, sin apretar nunca al protagonista. No será porque no practican. Cientos y cientos de pseudoentrevistas, de una cháchara interminable que nos inunda, que embrutece y deja a los espectadores atónitos, que pueden con todo. Qué estómagos.
Todos los programas llenos de preguntas con respuesta incluida, respuestas que se quedan sin pregunta, pontificados baratos, cambios de opinión en tiempo real, juegos de ventaja, periodistas forofos, gritos histéricos, amiguismos disfrazados de coherencia, falsas indignaciones, manos a las cabezas, dineros a los bolsillos, la nave va.
Y para enterarte de cómo ha sido el gol lo tienes que ver por la televisión. Por la radio, misión de audaces.

27 septiembre 2005

The last picture show (1971)

Me ha gustado mucho.
Buen guión, gran historia mínima. Buenas interpretaciones, creíbles y verosímiles. Joder, es Ben Johnson, el Sgt. Tyree en She wore a Yellow ribbon (1949).
Está muy bien fotografíada, esa luz blanca, esos negros interiores, aunque en algunos fragmentos de mi DVD la transferencia no le hace justicia.
La música que se escucha siempre es la misma que los personajes reciben desde sus radios o tocadiscos, del mejor country.
Dirigida con pulso por Peter Bodganovich, no tiene encuadre perdido,ni altibajos en el ritmo. Una gran película.

Qué desalentadora es la juventud. No hay ningún personaje feliz o con apariencia de felicidad en toda la película.Quizá los adultos que, por embrutecidos, hace tiempo que renunciaron a todo aquello que no sea jugar al billar, beber en la cantina e ir a funerales. Atentos a la secuencia del rescate policial de la niña.
Qué pueblo más triste. Con una luz fría, batido por un viento que congela los corazones. Parece devastado por algún tipo de guerra nuclear o bacteriológica. Los sitios de escape están relacionados con el agua, la piscina cubierta para los jovencitos acomodados y la laguna donde van a pescar Sam "el león" y los chicos. Aunque no les gusta comer pescado, hay demasiados huesos que quitar.
Todos buscan su sitio. La mujer del entrenador intenta crearse un pequeño espacio para el amor en el suelo de su dormitorio. Pero el viento otra vez, tremenda Lolita, Jacy Farrow/Cybil Sheperd, se lleva a su joven amante. Aunque éste acabará volviendo.
Todos miran para otro lado. Encarar la vida en el pueblo sólo lo hacen los dos personajes lúcidos, ya de vuelta de todo, encarnados por Ellen Burstyn y Ben Johnson.

Como dice Lois Farrow/Ellen Burstyn de Ben Johnson/Sam the lion, no puedo pensar en él mucho tiempo que me pongo a llorar.

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26 septiembre 2005

Melancolía

Se acaba el verano. Lo sé porque ya taparon la piscina. Abrieron el túnel. Ese largo túnel que en la meseta se llama invierno. Dura meses, muchos meses.
Justo hasta que destapen la piscina. Hay que abrigar a los niños, vigilar sus toses, sacar las mantas, quejarnos por el frío.

Sueño con Asturias. La canción se acuerda de las abuelas. Ayer estuve con la mía viendo como triunfaba el asturiano. ¿Serán eso las raíces?. Es la emoción contemplando la vista desde la tumba del abuelo. El olor de las cocinas en invierno. La humedad. La sidra dulce en octubre. Los otros peatones que nos acompañan en la Historia, desde la infancia. Van envejeciendo. Algunos tanto que ya no los vemos más.

Melancolía, déjame en paz.

25 septiembre 2005

Estoy cansado

Estuve jugando al padel. Ese tenis de patio, que nos creímos era de ricos y resulta que sólo es de especuladores.
Es como el tenis, pero con menos espacio. Con paredes de patio de vecinos, con arena y unas gradas escuchimizadas.

Los chicos se quedan a vernos jugar. Hablan de fútbol, aunque más de videojuegos. También hablan de chicas, de hacerse fotos, de conquistarlas. Juegan al baloncesto. Enredan con las bolas de tenis. Uno de ellos calcula que si sigue con su novia, dentro de cuatro años tendrá que perder la virginidad. ¿Existe la virginidad? ¿merece la pena perderla? ¿para quién es? ¿quién nos la quita o la recoge?. No tienen más de doce años. No entiendo nada.

A mí me gusta el padel. No hace falta saber jugar al tenis. Nunca supe.
Me lo paso bien con Carlos y con Ernesto. Martes y domingos. Es mi rutina del deporte. Nunca la tuve. Ahora sí. ¿Qué me está pasando?

24 septiembre 2005

Fuimos al centro

Pero hay más de uno. Y ya no están en el centro. Nos cansamos. Los niños también.
Pero encontramos el avión. Y la cuentas para hacer los collares.
Ella tendrá su Mini. Será mini. ¿Le molestará la ironía?. Queremos el grande y nos regalan el pequeño. En lugar del Mini tendrá el mini.
La queremos.

23 septiembre 2005

Lo he visto un poco ido

Claro, estaba muerto de remate.

¿Por qué este blog?

Es por España.

Ha nacido un blog

Antes se llamaban cuadernos de bitácora, pero se navegaba sobre las aguas de los siete mares y los cinco océanos.

Cambiamos el agua por la red, el cuaderno se troca en blog.

Creemos uno, pues.

Contemos algo cada día.

O no.