22 octubre 2013

Catorce



Gracias, hijo querido, por estar aquí.
Felices catorce y todos los que vendrán.

09 octubre 2013

Buscando a Sobotka



Monté en el cochecito azul con dos discos de Richard Hawley, un libro y una mochila llena de cables y cencerros. Conduje hasta el oceáno de los amaneceres y llegué a una nave azul encallada frente a un faro sin luz. La ciudad mediterránea está perlada de restos romanos y de hornos de pan. Algunas tiendas reciben con subtítulos en ruso y el cielo azul que saluda sus playas es del azul de tus ojos azules.
Corrí entre las calles empapado en sudor con el leve aplauso de mis nubes casi sin aire. Hablo con mis hijos y con vosotros entre horas y a todas horas, buscando en las voces filtradas por el teléfono el resuello necesario para afrontar el viaje que será a dónde no sabemos. Atropello las madrugadas entre botellas de agua y arpas despertadoras, escudriño desayunos y fotografío estampas nuevas y viejas, a cada momento bajo la bóveda azul de las ciudades que miran al mar.
El mar trae cultura, bobinas de acero y granos de maíz. El viento me acerca vuestros ecos y abanica mis soledades. Mis piernas me llevan entre anfiteatros y murallas, entre botigues y sonrisas chinas, entre un ayer calcinado y el porvenir que tímidamente asoma entre olas rizadas levemente.



Volví a Innisfree con el coche tuerto y el sol perfilándome los horizontes con una luz tan naranja como despiadada. Será el castigo por huir del mar. Abracé y me abrazaron, paseamos por la ciudad gris buscando el rastro del viento y de los días felices y el sábado amanecí con tu voz y el domingo con dos niños en la cama, mis dos tesoros. Estuve en Fort Henry y allí, os lo juro, reinaba el aroma de una niña que se llama O. y que algún día será una rosa blanca.



Me despedí de todos con una alambrada en la garganta y con el cantarío narcotizante de Nusrat Fateh Ali Khan enfilé el camino que te lleva hasta los amaneceres. Escribió MVM por boca de Carvalho que en invierno viajáramos al sur. Yo me acerco al mar mientras espero mi destino en los mares del Sur, donde el cielo siempre es azul y el horizonte es más azul aún.
Os lo iré contando.
Ah, y Sobotka no aparece.

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