29 julio 2007

Deadwood, Second Season

Ya en nuestra pantalla.

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Sábado

Un hombre acosado por su soledad nos regala su mañana y al irse apresurado por la plaza que es ya un horno rojo nos deja flotando en el aire un aroma de tristeza injusta. Seguimos luchando, esta vez contra el bandidaje de las tallas y los precios, tras la trinchera de unas lámparas de tela negra que no dejan pasar la luz ni la inteligencia.
Buceo en una escena hiperrealista. El índice de refracción del agua obvia mi miopía y me regala un espectáculo único: mis hijos nadando bajo el sol de julio, como dos nutrias felices y despreocupadas. El agua amortigua el sonido y nos aisla del resto del mundo. Gafas azules con goma verde y gafas verdes con goma azul. Un bañador de cuadros y otro con fresas frescas. Al fondo, un panorama casi agostado con un horizonte verde y calizo.
Hablo con Andrés y su voz me deja un poso inefable sobre lo que vendrá. Hay promesas de libros y también recuerdos de vuelos rasantes sobre la ría de Vigo y, sobre todo, una expectativa de reencuentros.

28 julio 2007

Autorretrato con retoques


Y sin gafas.

25 julio 2007

Insomnio

El iPod, versión pigmea, es mi refugio mientras derrocho mi cansancio girando en la cama durante horas. Una colección impagable de artistas atiende mi duermevela con sus mejores obras: Johnny Cash, Bruno Colais, The Smiths, Paul Weller, Kanye West, Pedro Burruezo y la Bohemia Camerata, Michael Nyman, U2, Trevor Jones, Mary Gauthier, Dave Stewart, The Waterboys, Neil Young y muchos otros. Los de siempre. Nunca me fallaron y a estas alturas creo que ya no lo harán. La habitación resplandece con la lucecita del iPod, el parpadeo del teléfono, los segmentos de los despertadores. La miopía reduce todo a un extraño resplandor. Hundido en la música trazo planes que nunca se ejecutarán, diseño jornadas que no existirán, construyo frases que nunca diré. Paso el rastrillo por la escombrera de los recuerdos y nado en una torrentera de tristeza. Recorro a toda velocidad, como un condenado a muerte, el inventario de los errores y de los aciertos, la lista de las inquietudes satisfechas y de las pendientes y encuentro, al final, una señal de tráfico que me dice que en unos en días caeré por una catarata de melancolía. En ese espectáculo de la memoria me veo nadando con dos niños abrazados a mi cuello, quizá sólo uno; ahora derrochan energía por esos mundos de Dios y del Diablo, desparramando genio, tatuajes y pañuelos en el bolsillo de la americana. Un asidero al mundo feliz del pasado, una palanca para plantarle cara al mundo incierto del futuro.
Hace horas regalé mi sueño a un niño que me pedía cuéntame algo de cuando eras pequeño, papá y a una niña que se retorcía mimosa abrazada a un blando leopardo. Después estuve asomado a la televisión, que es una ventana abierta a un mundo falso donde delincuentes y policías cumplen con un canon imposible para los que vivimos a este lado del televisor. Más tarde, el telón cayó sobre la mirada oceánica, dejándome sólo con un arma de color azul y auriculares grises. Busco aire y lo encuentro en las respiraciones de mis hijos. Necesito luz pero me asusta el fogonazo de la pantalla del ordenador. Quiero hablar pero Harlem está más lejos que nunca.
Una vuelta más, son las cuatro de la madrugada, ya queda menos.

Series

Vivimos encadenados a un rosario de series de televisión. The Sopranos, Deadwood, Moonlighting, Mentes Criminales, House, C.S.I. en sus diversas franquicias.
Esperando están 24, The Shield, Carnivale. ¿Podremos escapar?

Polvo rojo

Ayer estuve en el país del polvo rojo, constatado en mi debut con el botillo, pieza de la gastronomía tradicional de la que esperaba más, sinceramente. Un mazacote de carne pimentonada hasta la saturación. Ni el repollo ni las patatas que lo acompañaron pudieron mitigar la fuerza de la especia mítica que campa por los platos de esa provincia del noroeste. Una pena.

22 julio 2007

Diecisiete

El tiempo repta como una melaza espesa hacia el despeñadero de agosto. No hay frío ni calor, sólo quiebros climatológicos que dejan a Purísima como un digno banderillero recién corneado. Un niño lee instrucciones de Lego antes de acostarse mientras en la televisión un demente amplifica sus sufrimientos atracando bancos, desnudando a los rehenes, obligándolos a representar la ceremonia de su frustración.
Celebramos al revés el diecisiete. Hay ensaladilla, croquetas y empanada de hojaldre, con su bonito y todo. Tarta, helado y un ballet papirofléxico de barcos, soplamocos y pajaritas que baila asombrado hasta que una caravana imposible asiste atónita a la queja de Amba, abandonado tras la puerta brutal.
El domingo nos lanza contra una negociación postergada quinientos años y el viento sopla durante toda la tarde dejando la pregunta flotando en el aire.

Sesión de tarde



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21 julio 2007

Jueves

19 julio 2007

Time after time

Lying in my bed I hear the clock tick,
And think of you
Caught up in circles confusion
Is nothing new
Flashback warm nights
Almost left behind
Suitcases of memories,
Time after

Sometimes you picture me
Im walking too far ahead
Youre calling to me, I cant hear
What youve said
Then you say go slow
I fall behind
The second hand unwinds

If youre lost you can look and you will find me
Time after time
If you fall I will catch you Ill be waiting
Time after time

If youre lost you can look and you will find me
Time after time
If you fall I will catch you Ill be waiting
Time after time

After my picture fades and darkness has
Turned to gray
Watching through windows youre wondering
If Im ok
Secrets stolen from deep inside
The drum beats out of time


If youre lost you can look and you will find me
Time after time
If you fall I will catch you Ill be waiting
Time after time

You said go slow
I fall behind
The second hand unwinds

If youre lost you can look and you will find me
Time after time
If you fall I will catch you Ill be waiting
Time after time

If youre lost you can look and you will find me
Time after time
If you fall I will catch you Ill be waiting
Time after time

Time after time
Time after time
Time after time

Cyndi Lauper & Rob Hyman

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18 julio 2007

Por Madrid

El lugar de las vacaciones infantiles de Semana Santa y Navidad es estos días escenario frecuente de mis barrigazos profesionales. Esto no obsta para que el surrealismo campe tranquilo por mis días.
Me llegan los ecos de una revuelta en Rueda a costa de unas torres de alta tensión y mientras se me escurre una definición sobre la transposición regular de líneas eléctricas. Adelanto un velero sin velas que navega sobre una góndola y los ojos escrutadores de un radar fijo me miran escondidos tras un abrigo de flores amarillas.
En el barrio de Salamanca me pongo un casco y cabalgo con el hermano pequeño para entregar unos papeles imprescindibles. El asfalto y el adoquín son nuestras praderas y el premio es una comida con Ana entre humo y aire acondicionado y con salmorejo para tres, segundo a elegir y piña, sandía y un poco de tarta como postres. Una evocación divertidísima, con acento cantonés, para el acupuntor chino que banderillea trapecios tras consultar el diccionario español-chino. Después paseamos hasta la calle Serrano, donde aguardan mis quehaceres, con unas risotadas a la salud del novio chorizo de la tonadillera blanqueadora.
El regreso a Fort Apache incluye un suspiro rojo llamado Ferrari, una programación radiofónica anodina y una parada en boxes para maximizar El espíritu de Pavese en un ordenador con teclado de letras borrosas.

17 julio 2007

Diecisiete de julio


El atardecer en Tatooine tiene dos soles y en Fort Apache, desde hace seis años, vivimos bajo una constelación con dos estrellas.

16 julio 2007

La estupidez humana

15 julio 2007

Aviones plateados

Veo tu casa desde mi balcón...
chimeneas y tu ropa al sol.
Aviones plateados
rozando los tejados.
Vestido y en la cama
vigilo tu ventana;
miro libros de pintura que robé.
No tengo hambre. Hoy, no comeré.
No sé de qué me quejo,
ya tengo lo que quiero.
Soy libre ante el espejo.
No salgo ahora que puedo.
Y tú siempre dices que soy un alma del averno.
Tendré que darte la razón, quizá sea cierto.
Siempre suelo querer lo que no tengo.
Y ahora que ya no estás aquí me voy consumiendo.
Ropa sucia, cuadros que he "pintao",
discos viejos, "to" por ahí "tirao".
Barba de quince días...
no me levantaría.
Desorden en campaña.
Ahora sé que me engaña.
Credenciales de posesión, qué tontería...
estos celos me han "abrasao". No sé qué me creía.
Y yo que decía, por fin, ahora la tengo,
y ya estaba a la vuelta de "tó". A ver si aprendo...
Y tu carta me confundió.
Ahora lo entiendo.
Tu mirada me lo advirtió:
nunca mas vuelvo.

Manolo García & Quimi Portet, cuando El último de la fila

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Lagavulin


Turba, yodo, humo.

¿Tienes hora?

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14 julio 2007

California según Hockney


No. La alberca de Fort Apache según Sánchez Bolín.

Viernes Cine

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13 julio 2007

Richard Estes

Amarro la barcarola en el muelle de la Isla de San Simón y la naturaleza feraz e inteligente que mora allí me ofrece un fruto maduro llamado Richard Estes, para mí desconocido.
Salgo a navegar y flotando a la deriva encuentro esto:


Qué metáfora de nuestros días: la vida, un tobogán mecanizado.

Maus (1.992)

Estremecedora novela gráfica que relata los avatares de un superviviente del Holocausto, Vladek Spiegelman, en narración de su hijo, Art Spiegelman.
Con los fondos casi siempre en negro, y representando a los grupos sociales con animales (un interesante camino inverso a la antropomorfización de los animales tan al uso en los tebeos y en el cine de animación), los polacos son cerdos, los judíos ratones, los alemanes gatos, los franceses ranas y los estadounidenses perros, el autor despliega con abrumadora maestría numerosos recursos narrativos para presentar lo que al fin no es más que una historia de supervivencia.
El autor es compasivo con su padre, protagonista de la narración, los cual es de agradecer. Tenemos un judío polaco que se dirige al fin de sus días angustiado por la carestía que no padece, implacable con su pareja, cascarrabias con su hijo, incluso racista con los negros americanos, pero presentado con una ternura que consigue la simpatía total del lector.
El relato no se plantea explicaciones de la brutalidad y, en definitiva, basta con el inventario que hace de la condición humana para convertir su lectura en imprescindible. Una obra maestra.

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12 julio 2007

Un jueves de julio

Es decir, un festival de jotas.
La Bandeja de Entrada me sirve un mensaje de Mª E., confortable y estimulante: parece ser que saltó la espoleta de los recuerdos. Los lazos de ahora se anudaron entonces. Los de mañana, los anudaremos ahora.
Por otro lado, la operación Warner está lanzada, la Tivoli DAB a punto de culminar, y el festival de los seis a la vuelta de la esquina. Así la mañana del jueves, aunque esperanzada, es extraña y se incomoda con el anuncio de una amenaza de viento africano que tostará sin clemencia los días futuros. En un nevero que dicen reservado nos servimos un menú de prospecciones políticas, anécdotas de la censura y clases de geografía económica. El espaldar se nos queda tieso aunque prefiero esto a lo que vendrá a continuación: el coche me recibe como si yo fuera la masa de un pan sin levadura, pero no me levanto, sólo me cuezo, y por tanto retorno al tajo como un bizcocho encerado e incomestible.

11 julio 2007

Ken Park /2.002)

Menudo aburrimiento para mostrar el aburrimiento. Compré el DVD por el precio, dos euros, que clasifiqué como chollo, y después del tiempo perdido ayer, me parece uno de los más caros de la colección.
Hacía mucho que le daba al Fast Forward viendo una película...

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10 julio 2007

Pale Rider (1.985)


The fourth seal is a rider on a pale horse
and his name is Death and Hades was following him.

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09 julio 2007

Apocalypto (2.006)


Cine espectáculo. Puro y duro. El clan del protagonista es arrasado para alimentar la sed de sangre de una civilización, la maya, que se nos presenta decadente y prisionera de sus propios excesos. La barbarie es ejercida contra los pueblos del bosque por un entramado falso y brutal. Prueba de ello es el aspecto de los ¿ciudadanos? mayas, con su cuerpo pintarrajeado, perforado, tatuado y demás. Frente a ellos, un pueblo del bosque, que no conoce el miedo, y que vive en armonía aparente con la naturaleza.
Apocalypto entendido como revelación, como principio. Una civilización en decadencia y Garra de Jaguar que buscará un nuevo comienzo, desde la célula, con su compañera y descendencia.
Mel Gibson domina el lenguaje cinematográfico, como ya demostró en The man without a face y Braveheart (no opino sobre The Passion of the Christ porque no la he visto). Arropa la acción con un extraordinario vigor en la cámara, con nervio en las escenas de persecución, que son muchas. En la dirección de actores lo fía todo o casi todo a las miradas, guiando a sus personajes de manera magistral por la escena.
Y todo hablado en maya. Ciento treinta y dos minutos que se esfuman ante nuestros ojos. Qué más se puede pedir a una película.

Piscinas y colores

El domingo estuve bañándome en un cuadro de David Hockney, con un fondo de teselas a ratos celestes a ratos turquesas. La exageración del arte pop es un niño con gafas azules y goma verde y una niña con gafas verdes y goma azul. El agua distorsiona el sonido y se enreda en las muecas de una vocalización sumergida y burbujeante. Todo son colores puros, limpios, verdaderos. El sol se pone de mi lado y empapa el cielo de color azul cielo. Un bañador azul marino/rojo/blanco, como sus banderas, para un diseño de vestuario aleatorio y acertado. Un balón de fútbol naranja con pentágonos en cyan que absorbe agua como bien predijo el heredero.
El final es un partido de fútbol con la pelota rosa sobre el festín del césped verde, mientras el rojo queda para mi piel quemada.

08 julio 2007

Llamadas

Dicen que si en una democracia occidental avanzada si te llaman a las dos de la mañana o es para avisarte de que llega el lechero, o es Grissom para que te prepares para una analítica de sangre y orina. En Fort Apache hay más opciones, como por ejemplo la llamada desde el rincón de John Ford en Monument Valley.
Con intento fallido de ver Apocalypto en el cuerpo mi sueño es demasiado profundo para entender lo que pasa, pero intuyo la voz rizosa y genial al otro lado de ocho horas de diferencia de huso. Mi Bandeja de Entrada rebosa fotos del Far West y la ruta 66, y también pruebas objetivas y ciertas de la inconsciencia de pasearse entre cactus y crótalos con unas sandalias de dedo.
Continúo sin entender nada pero los días incluyen baños de sol y en la piscina, ratos en la terraza y la confianza plena en que el verano llegó para quedarse, al menos, unas horas.

07 julio 2007

Cesta de la compra



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06 julio 2007

Veranos

Los mejores veranos empezaban con la mantequilla de Tonín y un bocadillo de tortilla de jamón al lado de un río antes de entrar en el paraíso.
Recuerdo el tic tac melodioso en la casona grande y el calor en la galería que miraba al sur. Una sinfonía de abejorros con camiseta blanca y amarilla se jugaba la vida en las flores rosiblancas que nacían en la negrura del carbón. El capitán Blanco, que murió coronel, me enseñó a distinguir el bien del mal y a atizar a los abejorros, alguna vez avisporros. Las horas del hombre de Peral practicando la prognosis del tiempo meteorológico con una pitillera de metal en la mano, y aunque la leyenda dice que en aquellos años llovía más que ahora, mis recuerdos son para las mañanas luminosas en las que apuntábamos a la playa de Aguilar o a las praderas de Vegarada. La caravana: un 850, el Citröen que tocara ese año y un SIMCA.
Tuvimos un cordero, un gato, pollos, un pato muerto entre mis manos y muchas tardes en el patio donde cenaba un murciélago a la luz del farol. Aparcamos allí bicicletas rojas, verdes y azules tras avisar de nuestra llegada agitando la anilla anclada en la pared. Con una confitería enfrente de nuestra casa y un poyete de piedra bajo la de Josefina pudimos dedicar horas de sueño a estropearnos las futuras costumbres nocturnas, siempre bajo la consigna de la invisibilidad silenciosa: ¡qué no se note que estáis!
Los olores, las texturas de los suelos, la humedad, el brillo del sol entre las persianas abatibles de la galería grande están esculpidos en la piedra de la memoria de la misma forma que la mesa de pizarra que estaba bajo la ventana del lavadero se quedó con los rastros del masaje tenaz que afilaba las navajas de Pepe, el tío descomunal y bueno que desayunaba cuando comíamos y comía cuando merendábamos. Nuestro cosmos tenía una palmera en el jardín y una granja de caracoles para agasajar a las gallinas. Había una casa de herramientas adornada con telarañas y oscuridad, un desván magnífico y bolas estriadas en la escalera. La tienda de Lila con un cuchillo para cortar el bacalao, promesas de golosinas y un teléfono negro en la esquina del portal. La puerta de casa abierta todo el día y un despacho de madera cuya prueba más dura incluyó después las palabras Metalotecnia y Regulación Automática III. Madrugones para subir el pienso a Tuiza, cuentas atrás al acercarnos a la piscina, propinas en la galería pequeña. Una escalera de madera bruñida con las subidas y bajadas de siglos. Hubo una escuela de andar en bici en el almacén, una piscina fracasada en el barro y una batalla perdida contra las hormigas a golpe de gasolina. Golpes en las rodillas, un comisario a tiempo parcial y una declaración de intenciones: ¡yo, sola!
El resto de los días, los anteriores y los posteriores a estos, era el colchón que protegía el verano de las amenazas del invierno, el curso escolar y las ciudades inhóspitas. Los veranos de ahora, un anhelo de aquellos.

Dedicado a mis veranos con J., Mª E., Mª A. y Mª I.