30 enero 2013
Robert Adams, fotógrafo en blanco y gris, pequeño formato.
También algunos libros y catálogos con sus fotografías.
Una tarde de enero, Madrid.
En el Museo Reina Sofía.
29 enero 2013
Amaneciendo
Busqué un camino junto al río, y siguiendo una calle, y más tarde al lado del Canal, y después regresé. Lucía el sol parco en calores. La brisa afilada recordándonos lo poco que somos. Bajo un peine de vigas estaba I., con su pelo de visón y las carcajadas valientes animando a su equipo, todo azul. Y desayunamos los tres, como antes, como nunca.
Volví a la calle. Mis pasos que baten el suelo, alfombra inmóvil de la ciudad gris, mi escenario, mi tantas cosas. Volvieron los abrazos entre el inoxidable y el vino blanco en el espacio vacío bajo un toldo, evocando a los hijos y a los padres, enredados entre los recuerdos y los anhelos tan gastados como relucientes. Cantamos Hey where did we go, days when the rains came a voz en grito y estoy, de repente, bajo las hojas de la suerte.
Y entonces los Camparis de verdad, y las patatas con pulpo, y los canapés; y la semilla atónita que recibe la risa filtrada que acompaña a un puro, si es que nos reímos mirando al río, esperando la fuerza de sol, temerosos de la noche.
Caminamos. El encuentro inesperado y el teléfono, lazo y aliento y habla que chispea y hace chispear. Alcanzamos la catacumba donde se perdió el niño que vio los labios rojos e imaginó el jardín de las huríes y aquello que arropa nuestras tardes, el tiempo que queda para la siesta pelirroja y el torrezno a tumba abierta. Esos minutos de las velas, y de las preguntas sobre porqué y cómo y para qué y quién. Yoguis, hermanas, madres y H. Siempre nosotros: centro, y periferia, origen, destino, ruta, experiencia, nada y todo.
Luego, más tarde, bajo el trapecio luminoso que adorna el techo, la duermevela abrupta que se sorprende amaneciendo.
23 enero 2013
Blanco
Vi una fotografía de la luz.
Reverberaba sobre el mar, junto a una escollera.
Supongo una meridional ciudad andaluza: y en invierno viajar al sur.
Azul el mal y azul el cielo.
Azules sus ojos azules.
En la ciudad gris hay un frío afilado por el viento que pinta en blanco sobre una tela blanca.
Nosotros nos abrazamos antes y después de un café apresurado.
Soñando en azul, ahogados en el blanco.
22 enero 2013
Enero
Enero es un viaje a Madrid y el frío enroscado alrededor de mi cuello. Es un Davidoff frente al río y un Old Fashioned, o dos, en un catacumba.
Enero son trece kilómetros sudando junto al Canal (Dreamed a dream by the old canal). Es media docena de ostras y un abrazo.
Enero es el cochecito azul remontando la carretera entre la nieve y la nada. Es tía Flori abrazándome en la puerta con esos ojos como piedras preciosas.
Enero es mis hijos y nada más. Es una hora hablando con Julio y otra más si pudiéramos.
Enero es un torero iluminando el salón y una botella de Lagavulin.
Enero es el río que circula como una bandeja de barro y árboles. Es Neil Young y Mike Scott y yo mismo, mal cantando, por el camino que me trae y me lleva.
Enero es un café en sillas arrasadas y febrero que vendrá. Es un plato de patatas con calamares y entrar y salir de los coches.
Enero es Duquane y Omar Little y Stringer Bell. Es McNulty y Enoch Thompson.
Enero es un libro tras otro y la pantalla hecha añicos. Es una llamada de Fernando y un cuadro torcido.
Enero soy yo. Es ellos.
Enero son trece kilómetros sudando junto al Canal (Dreamed a dream by the old canal). Es media docena de ostras y un abrazo.
Enero es el cochecito azul remontando la carretera entre la nieve y la nada. Es tía Flori abrazándome en la puerta con esos ojos como piedras preciosas.
Enero es mis hijos y nada más. Es una hora hablando con Julio y otra más si pudiéramos.
Enero es un torero iluminando el salón y una botella de Lagavulin.
Enero es el río que circula como una bandeja de barro y árboles. Es Neil Young y Mike Scott y yo mismo, mal cantando, por el camino que me trae y me lleva.
Enero es un café en sillas arrasadas y febrero que vendrá. Es un plato de patatas con calamares y entrar y salir de los coches.
Enero es Duquane y Omar Little y Stringer Bell. Es McNulty y Enoch Thompson.
Enero es un libro tras otro y la pantalla hecha añicos. Es una llamada de Fernando y un cuadro torcido.
Enero soy yo. Es ellos.
Etiquetas: comidas, DVD, Neil Young, TheWire
18 enero 2013
Imágenes
Terminé The Wire.
Baltimore, la droga, el puerto y sus muelles, el ayuntamiento, las escuelas, la prensa, los abogados, B.P.D., las esquinas, las armas, las familias, los basements, la vigilancia, la paciencia, la contumacia, los ideales, la profesionalidad, la codicia, la vanidad, las aceras, los todoterrenos, los CrownVic, el Kavanagh, los griegos y los rusos, los coreanos, los de New York, cafés y Jameson, grapadoras y metralletas, rastas y trenzas, los velatorios en la mesa de billar, las ilusiones.
Ay, las ilusiones.
The Wire, la serie, no terminó.
Se queda conmigo para siempre. Adherida al recuerdo de Duquan. Al recuerdo del puto fracaso de nuestra sociedad, tan vanidosa como fallida.
Duquan, lo siento.
Etiquetas: TheWire
17 enero 2013
15 enero 2013
Despejado
Esta mañana, en la madrugada, atisbé por la ventana el cielo casi despejado. La noche pasó entre sobresaltos de la fiebre, a medio camino entre el escalofrío y el calor repentino. Soñe páginas y letras y recorrí un camino junto al Canal, asediado por la lluvia y el desasosiego. Mi espalda me lo recuerda dos o tres días después.
No hay mapas ni presupuesto para mi viaje. No existe preparación posible para tal empresa. Vuelvo a ser el que una vez fui. Casi ni me acordaba.
En movimiento, todo despejado.
11 enero 2013
Recorridos
Espero correr. Tengo calor y mis pies desnudos resbalan sobre la alfombra. Mañana urdiré un itinerario a despecho de la niebla y el agua.
Leo un libro y viajo. Veo un DVD y viajo también. A cien millas de Manhattan o a Baltimore. Me calzaré mis nubes y recorreré la ribera del río entre mis sueños y mis pesadillas.
Buscándote.
Me abrigaré el cuello con un huracán. Surcaré las brumas a lomos de una tempestad. Seguiré el caminó de mi deseo.
Y no te encontraré.
Y seguiré buscando.
10 enero 2013
09 enero 2013
Agua
Camino entre la niebla desplomada y sus ropajes grises. El agua escurre por mi abrigo en la tarde cenicienta. Me visto sin colores y sin colores me recibe el granito de las aceras. Ni la lluvia que espejea en los charcos me devuelve una imagen de lo que soy o ni siquiera de lo que no soy.
Reboto entre las calles abandonadas por los espectros y mi mente vuela lejos, hacia donde las tardes de los miércoles se bañan en el sol.
08 enero 2013
Domingo en Fort Henry
El domingo estuve en Fort Henry. Henry es nombre de perro y si lo traduces es nombre de torero estiloso y barbudo. En Fort Henry te reciben con las fotos flotando en una pantalla negra y unas sopas de ajo, ¡qué sopas!, esperando en la nevera. Hay una semilla dentro de un corazón pintado con rotulador y libros y fotos y calor y el perro que ronca en el sofá. El champán está muy frío y tiene una etiqueta naranja. El Gran Duque de Alba viene en una botella que será candil pirata si no lo evitamos y el Lagavulin es como siempre.
Tomamos las sopas, comemos jamón y chorizo y en el Spanish Harlem le dan a los huevos con trufa. Somos lo que comemos y lo que compartimos. También la lista de canciones que vomita la pantalla negra y una entrevista a Mike Scott en el High Line Park, el bulevar que flota sobre nubes de acero.
Fuera no hay nada más allá que un farallón de niebla y el cochecito azul esperando a la vuelta de la esquina.
El lunes intentaremos de nuevo el cine.
06 enero 2013
Dos mil doce
Treinta y dos libros.
Ciento treinta y cuatro sesiones de pádel.
Once años.
Mil veintitrés kilómetros.
Trece años.
Vacío.
Brisa.
Adiós.
Poco más.
03 enero 2013
02 enero 2013
Ayer/hoy/mañana
Parece que fue ayer y es hoy. Y mañana será mañana.
Las letras se apelotonan en las puntas de mis dedos y quieren venirse aquí a contároslo. Las letras presumen de que lo sé todo y me lo dicen. No es así. Apenas sé nada. A veces lo sé todo.
Dice Mike Scott en sus lecciones de rocanrol que nos vistamos en la vida diaria como en el escenario, eso sí, con las ropas de escenario. Mike Scott sabe.
Viajé en un coche negro con M.A. y su piel resucitada y todos nuestros años juntos. Nos metimos en la noche y llegamos a un paraíso que no es otra cosa que la amabilidad de los recuerdos bien seleccionados. Salimos a la calle para no volver a entrar, y fuimos padres de aquellas niñas gallegas que hoy son dos hermanas inteligentes, guapas, divertidas e infatigables. Y pasó: nos dejamos la voz por las esquinas, los corazones en las barras de los bares y el jamón esperando en casa.
Un rato más tarde, una vida entera después, partimos de nuevo desde el norte soleado y volvimos a casa, si es que verdaderamente nos habíamos ido.
dedicado a M.A., R. y B.
en memoria de tantos pretendientes fracasados
Etiquetas: viaje