16 octubre 2005

La ardilla

Camino por mi ciudad al encuentro de los amigos. Me aventuro por la penúltima operación de financiación de las administraciones local y provincial. Zona aún a oscuras, sólo la luna me presta su ayuda. Algunas casetas de obra presentan rectángulos iluminados a la fiera noche.
Qué poco se arriesgan los arquitectos. Bloque tras bloque, no queda lugar para la sorpresa, para el entorno amable. El prisma, en diversos acabados y colores, es la única opción. Parcelas vecinales encerradas entre torres, árboles raquíticos enterrados en el hormigón.
Las calles, vírgenes de coches, lanzan un espectáculo de puntales, ladrillos, losetas, vallas, carretillos, egagrópilas de un monstruo que avanza por nuestro pais dejando un reguero de promociones a precio tasado, adosados, cooperativas, pareados, últimas oportunidades, mercedesbenz, unifamiliares, piscinas, pistas de padel, comilonas.
¿Quién dijo que la ardilla ya no podía atravesar España sin pisar el suelo?. Sólo tiene que cambiar las encinas, los chopos y los alámos por las grúas y los encofrados. Quizá al pasar por Castilla/León le toque coger el autobús, que aquí todavía tiene sentido el término desierto. A pesar de esto, los políticos siguen engordando.