29 julio 2006

Sánchez Bolín en NY (III)

Salimos a cenar por el barrio, aquí al lado, en Columbus Avenue. En el Grill Columbus nos zampamos unos buenos steaks, azotando a la camarera con nuestras haches aspiradas estilo motosierra. Después depositamos a la chica de mirada oceánica en casa, rendida tras un día de trekking por NY, y Julio y yo vamos a repasar la noche, otra vez. Greenwinch Village again. Bajamos al Underground Club, donde una banda americana nos coloca de nuevo en una verbena de pueblo. Le amagamos a la lluvia y retornamos a Fort Apache jurando en arameo, aunque no me acuerdo muy bien porqué.
Hoy buscamos el museo Solomon R. Guggenheim, una maravilla en espiral dibujada por Frank Lloyd Wright, un prodigio por el que navegamos por la suavidad de sus formas, por las curvas de su pasillo, por la obra sugerente y audaz de Zada Hadid, por la explosión de riesgo de Jackson Pollock, por la creación total de Picasso, y tambien decenas de Kandinskys.
Después buscamos la calle, donde las lenguas de hielo que salen de los comercios nos llevan a FAO Schwarz, a Hallmark, a la Apple Store (4 iPod/60Gb a la buchaca). La arquitectura civil de Grand Central Terminal es una lección de civismo de un país que se edificó con el esfuerzo de generaciones venidas de lejos, un país enorme que invita al viaje, al encuentro, a la audacia. De sus rincones oscuros hablaremos otro día.
Desde Valladolid llega una melodía familiar y cálida que dice:
Rascayú, cuando mueras qué harás tú
tú serás un cadaver nada más

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