24 julio 2006

Centauros de la piscina

Mi hija y yo.
Cabalga agarrada a mi espalda mientras intento avanzar por la piscina. Mi mal entendido orgullo de padre me presta extrañas fuerzas para surcar el agua con su risa titilando tras de mí.
La veo nadar como una trucha, carcajeándose cuando la felicidad rompe las barreras de sus mofletes, saltando suave al agua. Repentinamente se deshacen los viernes por la tarde, los proyectos que se atascan, los ratos entregados por cuenta ajena.
Sólo deseo que, cuando sea adulta, deambule por la Historia con el poso que deja una infancia feliz.