18 julio 2006

Un unicornio rosa

Escribo para maquillar la realidad con palabras, sabiendo desde la primera letra que estoy vencido. Mientras tecleo percibo una mirada posada sobre mi hombro. Es un unicornio, rosa también, ésta vez muerto, que se sostiene en el aire entre brillos dorados y decoraciones frutales. Está detenido a la altura de mi costado y su enorme ojo con fondo azul mira inerte hacia el ventanal inmenso.
Hace unos días lucía gallaspero en los cielos, atrayendo miradas infantiles, llenando el coche de volúmenes chirriantes y festivos, ilusionando al fin.
El tiempo erosiona los ímpetus, lamina las emociones, fatiga los sentidos y doma los animales fantásticos que campan por los campos de nuestra alegría, pero nunca podrá llevarse el recuerdo de los abrazos los besos las risas.