Ir y volver
Voy a Santander.
Un gilipollas se salta un semáforo en rojo y se lo agradezco con una ráfaga laser de las luces largas de mi coche, más X-wing que nunca.
Salgo de noche, paso Palencia de amanecida, suministro gasoil en Alar del Rey, en Herrera de Pisuerga la niebla me saluda con su cara informe. La bajada de la meseta me lleva al lado de un viaducto en obras como el de la tragedia de Almuñécar. España está en marcha, pero a veces sus hijos se caen por el camino, dejando un reguero de penas, lágrimas de cocodrilo y decretos-ley.
En el pozo Cablero tenemos nuevo capataz, viene desde Santander.
Un gilipollas se salta un semáforo en rojo y se lo agradezco con una ráfaga laser de las luces largas de mi coche, más X-wing que nunca.
Salgo de noche, paso Palencia de amanecida, suministro gasoil en Alar del Rey, en Herrera de Pisuerga la niebla me saluda con su cara informe. La bajada de la meseta me lleva al lado de un viaducto en obras como el de la tragedia de Almuñécar. España está en marcha, pero a veces sus hijos se caen por el camino, dejando un reguero de penas, lágrimas de cocodrilo y decretos-ley.
En el pozo Cablero tenemos nuevo capataz, viene desde Santander.
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