05 noviembre 2005

Tráfico

En el pozo Cablero conseguimos estabecer relaciones que van más allá de lo meramente profesional.
Se han forjado amistades, hay quien dirá que favorecidas por el ambiente de trinchera, de travesía dura, de momentos de dientes largos. No importa el detonante. Puede ser compartir un mismo conjunto de intereses personales, familiares, generacionales o incluso culturales.
Además de cambiar la bola de sitio, encontramos hueco para el tráfico.
Tráfico de opiniones, de películas, de músicas, de descubrimientos, de gadgets electrónicos, de consejos, de rumores, de quesos y de jamones, y también de problemas, de dudas, de convocatorias de fiesta, de talleres para cambiarle las ruedas al coche, de oportunidades para la risa, de proveedores de servicios avanzados, de compras en paraisos fiscales, de estudios antropológicos sobre la estupidesz humana, de aventuras con las aduanas, de fines de semana donde la risa restalla y los lazos se remachan, de festivales del marisco, de paellas al sarmiento.
Este pozo ha sido una verdadera mina.