01 noviembre 2005

Horario de invierno


Ya nos cambiaron el horario. Este fin de semana pasado se consumó la tragedía. Dictadura que decide cuándo es de día o de noche, que nos dice a qué hora hay que levantarse o acostarse, que nos marca del ritmo de la vida y de la muerte.
Nos ahorraremos tropecientos millones de euripios, pero no sabemos qué precio paga nuestro cuerpo aturdido por esta burocracia gregoriana que nos señala primas y tercias.
Desde pequeño siempre me he preguntado si se puede distinguir qué día de la semana es por el color de la luz. Es imposible, salvo por la satisfacción de alma que nos conforta en el fin de semana. Lunes, martes, miércoles, jueves, viernes, sábados y domingos, mañana, tarde, hora de entrar, hora de salir, convencionalismos que ponen orden en el caos que es nuestra vida libre y sin costumbres. Han conseguido que salgamos de trabajar por la noche. Enseguida entraremos a trabajar también por la noche.
Ahora que trabajamos de luna a luna (gracias, Fernando), añoramos los tiempos en que se trabajaba de sol a sol.