03 noviembre 2005

Ayer se completó la saga

La primera media hora, con el heredero y el cuñado, que tendrá Navidades en febrero.
En versión doblada, qué desilusión, a pesar del ritmo endiablado de las guerras clon, los diálogos y sus dobladores me crean incomodidad, rozando la verguenza ajena.
El resto, ya solo, en versión original, qué diferencia. Observo mis progresos con el inglés, qué bien los entiendo, admitiendo la escasa profundidad de los diálogos y la dicción british de Ewan McGregor.Me sobrecoge la orden 66, el exterminio de los Jedi, ¿les suena?. El sentido del deber de Obi-Wan, siempre in the line of duty. La transformación física de Skywalker en Vader tiene componentes emocionales que trascienden lo cinemátográfico. Ese montaje paralelo en el que Padmé muere mientras Lord Vader nace, a la vez que sus hijos gemelos. La misión que Yoda les encarga al senador Organa y a Kenobi, para toda la vida, como en el cine clásico.
Los círculos de mi infancia se van cerrando. Toda saga tiene su principio y, en ocasiones, su final.

Etiquetas: