04 agosto 2006

Sánchez Bolín en NY (XVI)

Otro día de calor. Tras la historia natural, toca recorrido en barco alrededor de la isla. Ni en el agua remite el sofocón. Atardece y el animador lanza un discurso sobre la inmigración, tan importante para este país, y también para los que se despoblaron por ello. Nos habla de la isla de Ellis, una maquinaria perfecta de asimilar desesperados esperanzados. También expresa su asombro por el tiempo que queda para rellenar el hueco de la Zona Cero, que comparado con los dieciséis meses del Empire se vuelve losa sobre el corazón de los habitantes de NYC. Pasamos al lado de Miss Liberty, de la isla del Gobernador y por el East River, escaparate a Brooklyn y Queens. Desde el sur, los edificios del distrito financiero surgen como una Atlántida propulsada por el dinero y soportada en el esfuerzo de sus muchachos entre el Tigris y el Eufrates.
Para cenar, una recomendación de Cris Gabarrón que nos cuesta encontrar y que merece nuestra felicitación mas distinguida. En el Riverside Park, a la altura de la 79th West, el Boat Basement o algo así. A nuestro grito de cerveza fría nos contestan con seis Bud Light enterradas en hielo, en un cubo de zinc. Los aplausos casi despiertan a Tony, allá enfrente, en New Jersey. El segundo cubo nos congratula con la ciudad y con la vida. La euforia se congela en un pub irlandés por la inminencia del chapoteo inevitable que nos aguarda en el colchón. Es el verano en la gran manzana.

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