30 octubre 2005

In a lonely place (1950)




Ayer noche, en el cine de mi casa, con la chica de mirada oceánica (gracias, obrero del blog). Columbia/Sony están haciendo un encomiable esfuerzo por editar en DVD los Columbia Classics, que los cinéfagos agradecemos dejándonos los euripios por las tiendas virtuales de allende los mares.

Tremendo peliculón que firma el escueto Nicholas Ray, conocido por estos lares por Rebel without a cause (1955), The savage innocents (1959), aquí Los dientes del diablo, 55 days in Pekin (1963), King of Kings (1961) y, por encima de todas, Johnny Guitar (1954).

Drama envuelto en fotogramas negros y mejillas golpeadas. Humphrey Bogart, además de producir la película, borda el papel del guionista de arranques violentos, Dixon Steele, que se ve encuelto en un caso de asesinato. Su coartada, Gloria Grahame/Laurel Gray, vive en su mismo edificio de apartamentos (remedo del domicilio en el que vivió Ray cuando se trasladó a Hollywood).
Como era de esperar, se enamoran de forma absoluta, rescatándolo a él de su abulia e inspirándolo para que escriba un gran guión, basado en un mediocre bestseller que la asesinada le resume a Dixon la noche de autos, hecho que lo convierte en sospechoso. Esta sospecha es el McGuffin que guía la trama por loos vericuetos del espíritu agresivo y sin contrl de Dixon.
Hasta aquí, una trama más o menos convencional. A partir de este momento, los arranques violentos de Steele/acero hacen dudar a Laurel de la inocencia de su novio e incluso, temer por su propia vida.
Tenemos una película remachada por director y protagonista de forma que no la podemos concebir con otro que no sea Bogart, al estilo de Vertigo y Hitchcock/Stewart. Bogart da auténtico miedo como guionista que no puede controlar su furia, y genera enorme compasión cuando vemos como esto lo lleva a perderlo todo, a Laurel, en una de las escenas finales más tristes que quien esto escribe puede recordar, pisada por el The End, que nunca tuvo más significado.
Además, Ray y su guionista, Andrew Solt, aprovechan para explicarnos qué hay detrás del Hollywood de las palmeras y los éxitos que rompen las taquillas. Conocemos el lugar solitario en el que trabaja el guionista de encargos, cómo vagan por los mares etílicos las estrellas venidas a menos y las pretentendientes a starlettes, y como también somos prisioneros de nuestras hechuras vitales.
In a lonely place es también el corazón, Laurel y Dixon llevan toda su vida buscando, tratando de encajar en el guión de su existencia las frases:

I was born when she kissed me
I died when she left me
I lived a few weeks while she loved me

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