21 abril 2006

Distancias

En ocasiones, los mensajes publicitarios rozan la realidad, y así, Nueva York está más cerca que Burgos. El Boss desparrama folk y sudor en Asbury Park y un muchacho tierno, con genio e ideales, me sirve una crónica rápida del suceso. Veo, en su relato, los desconchones del teatro y noto el sudor frío del yonki que esconde el instrumento de su vergüenza bajo el banco de la estación. En caliente, como se hacen estas cosas, encargo las sesiones Seeger a nuestra tienda jonkonesa favorita, y ya siento la apisonadora sonora.
La gocha se reproduce y pare dos gochinos más. Se pasean tan campantes por el suelo de haya o equivalente, como si hubieran vivido aquí toda su vida. A pesar de todo, los respeto. Bajo la lluvia, con la dermatosis que corroe las manos, la espalda doblada, las baldosas infames, como de plomo. Son el contrapunto cierto y digno a la cháchara que se desborda desde todas las radios de aquella España, con esa torrentera, absurda por innecesaria, de países, naciones, nacionalidades, comunidades nacionales, regiones.
Entrego a mis hijos al sistema público de enseñanza y de vuelta al coche, un SMS que dice “ Alegría + Tristeza “ acaba por romperme el alma.