19 abril 2006

Canción corta para una despedida


Salimos del Cablero. Ya saben, nunca llovió que no escampara. Y con la esperanza intacta de la vida después de la muerte. Como decía el bardo de la mochila, escribo estas palabras, con voz que se me escapa. Un ejercicio de memoria, suave, sin ajustes de cuentas, con la frente alta, que empieza así:
Atónitos, pasamos del algo habrá que hacer al esto se hace sí o sí. Por el camino nació un pegaso rosa, Saconita aprendió a hacer bacalao al pilpil y el ratoncito Pérez empezó a visitar Fort Apache. Batimos la piscina del hombre de Huete, donde la paciencia tiene nombre de flor, y registramos pavesista (gracias, datacity). Y al final, acabaron llegando las fotos de los gemelos. Mi yellow brick road está alicatado con cuatrocientos DVD y el Submundo de DeLillo, las carcajadas del loco del pelo rojo y los tumbos de Mateo Escandón. Jugamos con el aire acondicionado y las contracciones musculares, y a la vez que protagonizamos nuestros propios chistes con diminutivos acerados y acertados, esparcimos lírica en una carrera de obstáculos. Venas hinchadas que fueron barreras y que saltamos para huir del teatro acartonado que esconde la bonhomía con ropajes apolillados. Huelgan los nombres donde el cedazo de los recuerdos recoge pepitas de oro. La dirección del pozo se empeñó en buscar carbón en un yacimiento donde sólo había piedras preciosas. Y también flequillos oscilobatientes, paellas de sarmiento, despedidas ahogadas en tequila, play, los meses del jardín de las huríes y El fin de semana de los milvinos, festejos de rejones con ganaderías cantábricas, flores en los sótanos, ocho chicas y Jimmy en una esquina, y otras tres en Santander, pufos desde Florida, Montecristos para jíbaros al calor de la amistad, libros de tauromaquia, country, zapatos de la talla 49, tríos de Davidoff, etiquetas de color naranja, besos en la boca y manos flojas, la lucha en las aduanas, un muchacho con melena vuela tras una cometa, Anthony and the Johnsons, camas giratorias y comidas servidas por Lagartijo.
La mochila va llena. Es por ustedes y por España. Dedicado a los que nunca creyeron.