19 noviembre 2005

Forty guns (1957)

Dirigida por Samuel Fuller en 1957, aquí se llamó 40 pistolas, aunque creo que con escasa difusión. Disfruto en el cine de mi casa con el DVD de Filmax, que nos trae una notable edición, sin extras, pero con una gran calidad de video/audio para la película, que a fin de cuentas es lo que vale.

Qué sorpresa de película. Desconocida para mí, me llegan ecos desde Cinexilio, un espacio abierto dedicado al cinematógrafo, así que me lanzo a comprarla.

Un western en Cinemascope y en blanco y negro, con una excelente fotografía llena de matices, tanto en las localizaciones exteriores como en los planos rodados en interior.

La película evoca el amor fou de Johnny Guitar, bordeando lo sublime y lo cursi, aunque siempre a salvo gracias a la honestidad con que se presenta la trama. Tenemos tres hermanos, al estilo Wyatt Earp y familia, donde el primogénito es consciente de que su mundo, el de las pistolas de alquiler, se acaba. Sus hermanos le siguen la estela. En Cochise County Jessica Drummond/Barbara Stanwyck gobierna el valle con la mano de hierro de sus cuarenta pistoleros. También tiene un hermano calamidad que desencadena la trama, como en los Rios de Howard Hawks. Estas cuarenta pistolas que sólo actúan de uno en uno, salvo para surgir como un huracán en la extraordinaria secuencia que abre la película.

Desde ese momento somos conscientes de que vamos a presenciar un acontecimiento cinematográfico de primer orden. Planos subjetivos, travellings, fundidos encadenados, todo sirve a Fuller para narrar una historia de evolución previsible aunque no por ello menos interesante y atractiva. Fuller no renuncia a ningún recurso técnico, pero siempre supeditado a la historia, al contrario de las costumbres que imperan por el cine actual.

Para el recuerdo siempre los baños colectivos, la novia vestida de negro, la mirada a través del cañon del rifle, los ojos de Griff Brunell/Barry Sullivan, la tormenta (¿han visto Dersu Uzala?), la mirada neblinosa del marshall que se queda ciego, la escalofriante secuencia del suicidio de Logan, el muerto en el escapate, el duelo final, con Griff manejando el revolver de cachas de marfil como si fuera el bisturí de un cirujano.

Me pregunto cómo se puede hablar de cine sin haber visto Forty guns. Yo he corregido a tiempo, espero.

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