28 noviembre 2005

Fabes con almejes

Preparando el debut con picadores me entreno con unas almejas de a doce euros por kilo. El de largo nombre y corazón enorme, nacido en Cuenca, me sorprende en la cola de la pescadería. Charlamos rato largo sobre las escapatorias emocionales de los hombres, simples como nuestro hambre y plenas de satisfacción cuando nos caemos en ellas. Cine para la épica, la literatura como metralleta, músicas vibrantes y encuentros con los amigos, sin hora para el The end.

Para la faena cuento con los herederos, la chica de mirada oceánica y el obrero de blog, que llega aturdido por la noche que oxida con agua de fuego y miradas de soplete por las barras de los bares.

Zampamos con ritmo sereno y salimos como cohetes a darle explicaciones en papel a los que visan nuestro futuro en el paraíso.

Nos enredamos en Dylan, Abraham García y sobre todo, Johnny Cash, ay, ese Pocahontas.

Atropella una dedicatoria para De Purísima y oro. Raudos a la estación, promesas de cenas, conversaciones, conciertos.

Y los carabineros rojos, siempre rojos.

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