Uno de diciembre
Pasan los años y las entradas de este blog se suceden sin más ritmo que el marcado por mi melancolía. Y no te olvidamos. Tus hijas, tus nietos, tus yernos, tus hermanos, tus cuñados. Y aquellos que disfrutaron de tu bondad, tu entrega y tu serena limpieza.
Vengo a honrarte aquí, en este espacio que es un homenaje por todo lo que nos dejaste. Aquella tarde en La Rasa y un lindero invencible. El recorrido por los estragos de la casa de Pepe. Una faria furtiva tras el primero, segundo y postre. La sed de los buitres y el afán por los nidos. La estampa impecable en tantas fotos sepia. Serrano y la ración de morros con tomate.
Y este Sánchez Bolín, que aprendió a dormir mecido entre tus brazos, buscaba en los recovecos del insomnio aquel rincón donde la lámpara iluminaba el racaraca de la radio, entre Prontuarios, Tablas de logaritmos y un escalímetro dorado. Ahora lo sé: está en mi memoria, habitando entre mis recuerdos.
Otro año más. Otro diciembre.
Vengo a honrarte aquí, en este espacio que es un homenaje por todo lo que nos dejaste. Aquella tarde en La Rasa y un lindero invencible. El recorrido por los estragos de la casa de Pepe. Una faria furtiva tras el primero, segundo y postre. La sed de los buitres y el afán por los nidos. La estampa impecable en tantas fotos sepia. Serrano y la ración de morros con tomate.
Y este Sánchez Bolín, que aprendió a dormir mecido entre tus brazos, buscaba en los recovecos del insomnio aquel rincón donde la lámpara iluminaba el racaraca de la radio, entre Prontuarios, Tablas de logaritmos y un escalímetro dorado. Ahora lo sé: está en mi memoria, habitando entre mis recuerdos.
Otro año más. Otro diciembre.
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