Sin batería
Viajo en un avión de fabricación brasileña. Los asientos son amplios pero, como en todos, el ruido se cuela distrayendo el servicio de mi iPod. La azafata exhibe lustre y alegría y lo adorna con un sugerente acento que no logro identificar. Nos explica como salvarnos de morir ahogados cruzando la meseta. Resulta inquietante que el camino de salida del accidentado avión sea un sendero luminoso. Sus mechas rubias apartan de mi cabeza la idea de que sea una maoísta peruana reconvertida. Por cortesía del comandante de la aeronave consigo sentirme como Michael Caine en Battle of Britain. La madre que lo parió. Al menos la panorámica de Valencia casi merece la pena.
Allí disfruto de un frío de aquí. Las horas cunden y las noches son largas por cortesía de una calefacción mal entendida. Estoy perdido en una habitación enorme. Agoto la batería del iPod en la primera duermevela y desde ahí espero el amancer melancólico y despeinado.
Compro lotería y lo siento por ese mensaje que no escribiré. Regresamos entre grados bajo cero, cielos límpidos y monumentos a la picardía. Fort Apache luce esplendoroso con su agitación y tu sonrisa, tu calor sincero y mi emoción escondida junto a los libros de MVM. Estoy en casa.
Allí disfruto de un frío de aquí. Las horas cunden y las noches son largas por cortesía de una calefacción mal entendida. Estoy perdido en una habitación enorme. Agoto la batería del iPod en la primera duermevela y desde ahí espero el amancer melancólico y despeinado.
Compro lotería y lo siento por ese mensaje que no escribiré. Regresamos entre grados bajo cero, cielos límpidos y monumentos a la picardía. Fort Apache luce esplendoroso con su agitación y tu sonrisa, tu calor sincero y mi emoción escondida junto a los libros de MVM. Estoy en casa.
<< Home