Sergeant Rutledge (1960)
Una joya que pasa desapercibida entre la apabullante obra de John Ford. Las interpretaciones son quizá demasiado forzadas, pero aún así la película es rica en matices. La fotografía y los encuadres visitan el tenebrismo y a ratos el expresionismo. La temperatura del color sigue fiel el espíritu de la historia y la música arropa sedosa la trama. Magnífica película para saborear más allá de los sábados por la tarde. Quizá una despedida amable antes de darle la vuelta al mítico Oeste con obras como Two rode together (1961) y The man who shot Liberty Valance (1962).
El maestro murió en compañía de Woody Strode, y quizá las musas que guiaron la creación de Ford pretendieron agradecérselo por adelantado. Los contrapicados llenan la pantalla con la dignidad de los hombres negros que dieron su vida durante la construcción de los Estados Unidos de América, y Strode pone el cuerpo perfecto y la mirada auténtica y limpia.
En su declaración, el sargento Rutledge (Buffalo Soldier/Captain Buffalo) grita entre sollozos:
I’m a man.
Escuchándolo, yo también lloro.
El maestro murió en compañía de Woody Strode, y quizá las musas que guiaron la creación de Ford pretendieron agradecérselo por adelantado. Los contrapicados llenan la pantalla con la dignidad de los hombres negros que dieron su vida durante la construcción de los Estados Unidos de América, y Strode pone el cuerpo perfecto y la mirada auténtica y limpia.
En su declaración, el sargento Rutledge (Buffalo Soldier/Captain Buffalo) grita entre sollozos:
I’m a man.
Escuchándolo, yo también lloro.
Etiquetas: cine
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