Un ataúd de terciopelo (1980)
Gentileza de de Purísima y oro.
Escrito mano a mano por el maestro Raúl del Pozo y Diego Bardón, es una interesantísima crónica del regreso de Manuel Benítez, el Cordobés. Alrededor del festejo que cierra la temporada de mil novecientos setenta y nueve, los autores aprovechan el McGuffin de la vuelta del matador para desparramar con brillantez un estudio sobre la evolución y estado actual (en mil novecientos ochenta) de la tauromaquia.
El mundo de los toros es una feria cruel donde los egos chocan con los miedos. Se va comiendo a sus propios hijos, aquellos que no entienden lo que el público pide o que no pueden conseguir dar el salto al escaparate del albero.
El libro está muy bien estructurado alrededor de esa última corrida, y desbroza implacablemete al mito de los años sesenta. Desde aquí, con veinticinco años de retraso, me inclino ante la valentía de del Pozo&Bardón por arrear esos emboticones al diestro, al mito de papel. Como ellos mismos relatan, es habitual que el entorno del torero ponga en su sitio a los periodistas poco sensibles al arte del matador. Con dos cojones.
Escrito mano a mano por el maestro Raúl del Pozo y Diego Bardón, es una interesantísima crónica del regreso de Manuel Benítez, el Cordobés. Alrededor del festejo que cierra la temporada de mil novecientos setenta y nueve, los autores aprovechan el McGuffin de la vuelta del matador para desparramar con brillantez un estudio sobre la evolución y estado actual (en mil novecientos ochenta) de la tauromaquia.
El mundo de los toros es una feria cruel donde los egos chocan con los miedos. Se va comiendo a sus propios hijos, aquellos que no entienden lo que el público pide o que no pueden conseguir dar el salto al escaparate del albero.
El libro está muy bien estructurado alrededor de esa última corrida, y desbroza implacablemete al mito de los años sesenta. Desde aquí, con veinticinco años de retraso, me inclino ante la valentía de del Pozo&Bardón por arrear esos emboticones al diestro, al mito de papel. Como ellos mismos relatan, es habitual que el entorno del torero ponga en su sitio a los periodistas poco sensibles al arte del matador. Con dos cojones.
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