01 febrero 2006

La bola de nieve

El sábado nevó en Valladolid. Cada cierto tiempo las nubes se nos caen encima para regocijo de los niños y alboroto de alcaldes y ministros de Fomento.
El heredero y su padre estuvieron el domingo dando unos tumbos por los alrededores de Fort Apache. El niño grita que la nieve es de verdad, como en la televisión. Recuerdo cuando esquiábamos en las Eras de Renueva, en León. La tele era en blanco y negro, pero la nieve era tan cierta como la cortina de bolazos que había que descubrir para poder entrar en el colegio.
Preparamos una bola de nieve, una albóndiga blanca y rotunda, para conservarla en el congelador, al lado de los filetes de mero y de los gallos petrificados.
El hermano de los ojos azules se quejaba de pequeño de que las bolas estaban frías. Solución, un paso por el horno. Resultado, lágrimas como puños para adornar un misterio incomprensible.