Dos mil cinco, Pozo Cablero
Vamos rematando el año.
Nos pasó por encima como una apisonadora.
Nos dejó con el rostro contra el asfalto, con la bota en la cabeza.
Nos sacó el unto uno por uno.
Nos reímos bastante, comimos todo lo que pudimos y le dimos a la copa como sólo nosotros sabemos hacerlo.
Nos queda un retablo de comidas, puros, saltos en la piscina, deuvedés, Anthony and the Johnsons, exámenes de anatomía, aviones y trenes, putadas mil y cabreos millones.
Pero estamos vivos.
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