Cautivos de la Moncloa (2005)
Alentado por JVB me leo de un tirón el último hijo de Raúl del Pozo, el periodista impar. Empiezo en la sección de neumáticos de un hipermercado y lo termino en la piltra, con la fiebre de la lectura intensa.
Es un libro extraño. El autor quiere hacer un estudio clínico de los extraños sucesos que acontecen en el Palacio de la Moncloa. Los que lo habitan como presidentes del Gobierno acusan sensaciones alucinatorias, paranoias e incontinencia verbal, en algunos casos acompañadas de idiocia sobrevenida. Dado que la tesis se demuestra sola, tal y como comprobamos cada vez que vemos a los presidentes en televisión, el libro deriva, no se si voluntariamente (JVB, pregúntaselo, por favor), hacia unas memorias del periodista irredento. Ese periodista es Raúl del Pozo, vive en los aledaños del poder, come con ministros, ministrables, presidentes y todo el tropel de diputados, senadores, secretarios y subsecretarios y demás servidores de la función pública (a riesgo de su analítica de sangre y orina). Juega con ellos a la brisca (es un decir), pero no pierde oportunidad de escribirles las verdades a la cara, negro sobre blanco, con taquígrafos que son él mismo. Esto le cuesta el repudio a la puerta de la prisión de Guadalajara, lo que demuestra su honradez y su entereza; le supone la amenaza chulesca del anterior habitante de la Moncloa; la reprobación del premio Nobel y otros desprecios más.
Raúl del Pozo no se inmuta y nos regala un impagable documento sobre la vida en el país del coche oficial, el cazo, la democracia y las ambiciones camufladas de amor patrio. Por si fuera poco, el libro se lee de un tirón, pleno de ritmo. No obstante, se queda corto, queremos saber más sobre la vida de este cazador solitario, Michael Vronsky’s style.
Es un libro extraño. El autor quiere hacer un estudio clínico de los extraños sucesos que acontecen en el Palacio de la Moncloa. Los que lo habitan como presidentes del Gobierno acusan sensaciones alucinatorias, paranoias e incontinencia verbal, en algunos casos acompañadas de idiocia sobrevenida. Dado que la tesis se demuestra sola, tal y como comprobamos cada vez que vemos a los presidentes en televisión, el libro deriva, no se si voluntariamente (JVB, pregúntaselo, por favor), hacia unas memorias del periodista irredento. Ese periodista es Raúl del Pozo, vive en los aledaños del poder, come con ministros, ministrables, presidentes y todo el tropel de diputados, senadores, secretarios y subsecretarios y demás servidores de la función pública (a riesgo de su analítica de sangre y orina). Juega con ellos a la brisca (es un decir), pero no pierde oportunidad de escribirles las verdades a la cara, negro sobre blanco, con taquígrafos que son él mismo. Esto le cuesta el repudio a la puerta de la prisión de Guadalajara, lo que demuestra su honradez y su entereza; le supone la amenaza chulesca del anterior habitante de la Moncloa; la reprobación del premio Nobel y otros desprecios más.
Raúl del Pozo no se inmuta y nos regala un impagable documento sobre la vida en el país del coche oficial, el cazo, la democracia y las ambiciones camufladas de amor patrio. Por si fuera poco, el libro se lee de un tirón, pleno de ritmo. No obstante, se queda corto, queremos saber más sobre la vida de este cazador solitario, Michael Vronsky’s style.
Etiquetas: libros
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