19 octubre 2009

Viajar/volver

Viajo en un tren con todos los asientos reservados y sin embargo, vacíos. El tren de la modernidad sale veinte minutos tarde y me escondo en los relatos de MVM, a quien tanto añoro.
Viajo vestido de lo que no soy, cierro el libro, y escucho Metadona, aquel prodigio que Los Pistones vomitaron en mil novecientos ochenta y tres, cuando yo no era nada más que granos y una escayola en un tobillo.
Viajo desde los tres grados de la ciudad gris, eterna morgue de cerebros e ilusiones, festival de granito helado y fachadas restauradas.
Viajo con una promesa encuadernada y una Parker Frontier para trazar los caminos de Mateo Escandón.
Viajo cojo de la pierna derecha y busco una escalera que me ahorre la vergüenza de mis cuarenta años.


Vuelvo resuelto y me cruzo con un príncipe búlgaro asombrado de la determinación que brilla en mis ojos.
Vuelvo a las profundidades alicatadas del metro y hablo con mi hermano pequeño, que me replica como un energético Chris Moltisanti que se va a la Dominicana.
Vuelvo a la oscuridad y el piloto viaja raudo hacia la luz.
Vuelvo a Fort Apache, vacío a estas horas y expectante ante la vida que vendrá bajo dos hermosas pelambreras de color castaño.
Vuelvo sin más esperanza que tu mirada.

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