Mis almuerzos con gente inquietante (1.984)
Incluso cada vez que yo miré, y fueron varias, dentro del escote en uve de Bibi Andersen lo hice con el respeto que se debe a la presencia de un marido, desde la sabiduría que me da haber sido marido durante muchos, quizá demasiados años y ser consciente de que el marido es, después del perro, el animal doméstico menos valorado que existe.
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