04 septiembre 2008

Horarios

Subí al cementerio entre el calor y la humedad, en horario de visita. Con el iPod atiborrado de Neil Young y una camiseta azul marino con el trazo de un sol naranja en la espalda.
Descubro una zona con pequeñas tumbas infantiles rellenas de lágrimas. Me acerco al prisma. Granito pulido, trazo limpio, las letras ahora mate diciendo tu nombre.

Sentado en el muro sur veo arder algunos hartos. El sol ilumina el valle y seca el agua de la última tormenta. Te recuerdo fumando una faria mientras conducías feliz en aquel pasado que sólo tenía futuro. El año dos mil fue tu hito inalcanzable, y me acuerdo de ti cuando el heredero dice querer vivir en la Pola. La alta velocidad horada las montañas y los perros tienen un hotel llamado Brañavalera. El mundo cambia, se trasforma, y tú no estás. Mis ojos condensan aquellos días de primero, segundo y postre; del pelo bien cortado en la nuca y en los parietales; del paseo vespertino; del runrún del parte a las horas en punto.
Vivimos en el presente con las cargas del futuro y los golpes del pasado. Tenemos la inocencia de dos niños que juegan. Será suficiente, supongo.
Por la noche me fumé una faria pensando en ti. Y en el puto presente.