El niño con ranas en los pies
Mis cachorros acuden raudos al racaraca de la cerradura. La convención establece que ellos corren hacia mi y entonces los levanto hasta rozar el techo con sus cabecitas. Sus caras de vértigo despejan las jornadas por cuenta ajena como un viento sano y purificador. Hoy el heredero tenía los pies dentro de dos ranas. Un aporte de surrealismo en color verde que completa narrando un gol con la lengua enredada en mimos. Despejado el camino hacia el pulpo en vinagreta, los garbanzos y la carne necesaria, tú y yo bajaremos dos grados el nivel de atención mientras la tarde presenta credenciales soleadas y optimistas.
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