Crónica de un sábado
Una noche de sueño tormentoso es el preludio de un paseo por una ciudad que se derrumba bajo la lluvia. Me incrusto el iPod y Blood and roses es la banda sonora necesaria para este día que ofrecerá disculpas, traerá abrazos y me cubrirá con una cazadora azul. Un tocayo castizo y extenuado me pide perdón por un diminutivo que yo agradezco por auténtico e inocente. Bajo techos altos y en sofás de verdad nos lanzamos regocijos y flores antes de recuperar galones bajo la lluvia. Después, alrededor de una mesa, los cafés perfuman a los hermanos que obsequian miradas francas y abrazos tiernos. Mientras sujeto el combustible del domingo, Tony Soprano se pasa a los peces y una tiradora rubia dispara certera a los patos de goma, y así la lluvia será para siempre el decorado de un sábado de mayo que nos sirve en bandeja el carrusel de los días de junio.
Robin Hood es el tobogán de mi siesta y Ronaldinho el fedatario de una promesa que no se cumplirá. Bienvenido sea el domingo.
Robin Hood es el tobogán de mi siesta y Ronaldinho el fedatario de una promesa que no se cumplirá. Bienvenido sea el domingo.
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