Luz
Cerca del Mediterráneo, un prodigio. Cegadora de tan potente y límpida, lustra el bruñido rascacielos y la naranja de color naranja que cuelga de todos los árboles que saludan al paso del coche gris. Revela mis vergüenzas mientras camino escondido bajo la gorra de Columbus Avenue. Me escondo en una tienda roja y allí aprovecho la paz para pertrecharme con miles de fotogramas que arroparán el invierno de la ciudad gris. De vuelta al fuerte, un paseo por un pueblo extraño, todo él frontera y reserva, casas con azoteas, fachadas mínimas y patios enormes, naranjas y naranjas, arquitectos orgullosos y un paralelepípedo blanco, perfecto, semioculto tras la tapia color albero.
No he salido pero ya llegué. No vine pero estuve. Cierro el sendero, me saco los auriculares y me recibe el comité más tierno que soñar se pueda. Quise y tuve. No merecí y me dieron. Gracias.
No he salido pero ya llegué. No vine pero estuve. Cierro el sendero, me saco los auriculares y me recibe el comité más tierno que soñar se pueda. Quise y tuve. No merecí y me dieron. Gracias.
Etiquetas: viaje
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