30 noviembre 2006

Diciembre

Cuando la luz del sol atraviesa la persiana como una navaja, recuerdo que rodeé un espejismo de granito chino mientras la opulencia restallaba en mil discos dorados y blancos. Tras el reflejo helado, un viaje por el lodazal de la noche, alzando un brazo de manera absurda para tratar de escapar. Ahora, superado el trago, la piel chisporrotea en un festival de centellas y un niño con un reloj azul se pregunta cuándo llegará el verano. Un adulto con una camisa blanca respira hondo y planea una escapada al país de las escaleras, allí donde los pequeños son rubios y los padres espigados y amables. Un horizonte entre montañas de libros y kilómetros junto al mar para avanzar por la pasarela que lleva al despeñadero del olvido. Allí, entre el perfume del jardín y el gorgoteo del manantial, nos daremos la mano cuando el bardo cante para nosotros That was the river, this is the sea.

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