26 noviembre 2006

Camarón

Retoza juguetón y canela en un rincón de la cocina. Entre el perfume de la lima y los taninos fragantes un cocinero con mandil negro saluda el mojón de los treinta y cuatro. Nosotros lo saludamos torpes con una botella de Lagavulin y un abrazo sincero.
A golpe de alexitimia saltamos de elefantes a leones pasando por los corales del Mar Rojo, esperando que la noche dure para siempre, con los niños agotando al pobre Camarón, que salta del sueño a la excitación sin detenerse a pensar que hoy hemos vivido un espejismo. El de un sábado feliz.
Para el domingo, una pregunta, ¿te gusta conducir?