05 diciembre 2006

Muerte

Siempre acechando. Convertida en una presencia familiar se vuelve transparente para nuestros cándidos ojos. Su fría mano nos tienta ofreciendo la puerta falsa. La Autoridad pronostica encuentros ciertos. Por subir demasiadas veces al segundo piso de una hamburguesa gigante. Al estrellarse abrazado a un conductor dormido o borracho. Hay más variantes. Arrastrado por el argayu escurrido desde el monte lavado. Recogiendo una puñalada a la entrada de la discoteca equivocada. Perfumado con el monóxido cedido por una caldera remolona. En todas inocentes y en todas culpables. No hay consuelo. Tampoco luz más allá de una puerta que no sabemos siquiera que existe.
Tenemos el vigor y el aliento de los nuestros, luchando contra las certezas increíbles, haciendo de cada día una victoria, una excusa para festejar, un hito.