Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer (1.997)
Perdido a medio leer El guardián del vergel, me acerco a David Foster Wallace desde una añeja recomendación de Julio. El autor narra, por encargo de una revista, su crucero por el Caribe en un mastodóntico barco. Presentado como un diario, con un humor despiadado y una capacidad de observación poco convencional, DFW ensaya una teoría sobre el adormecimiento (abovinamiento, según sus palabras) de la opulenta sociedad norteamericana. Le honra incluirse en ese protorebaño, y de paso me arranca montones de carcajadas. Lo recomiendo fervientemente, aunque reconozco que tengo la mosca detrás de la oreja con el autor. Tengo que leer otro libro suyo para salir de dudas.
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