06 enero 2006

La bañera

Ritual higiénico al que el padre asiste de vez en cuando. El heredero, armado con una esponja, me espera rodeado de tiburones, orcas, delfines y cocodrilos. El hombrecito se enjabona solo mientras su padre le pule y repule los cabellos, que quedan brillantes con un penetrante olor a albaricoques.
Después vienen los juegos, siempre bajo el chorro reconfortante de la ducha. Su piel blanca como ninguna recibe encantada el calor del agua mientras discutimos si una orca cabe en una bañera. Dado que el bañal esta lleno de mamíferos marinos, acordamos que no será tal bañera sino piscina o mar completo.
Tras esto, y mientras lo que sea se vacía, los ejercicios de submarinismo, versión pulmón libre. Mientras lo veo debajo del agua me doy cuenta de que cada baño aguanta más, e incluso su cuerpecito ocupa ya casi toda la bañera. Lo cojo en brazos envuelto en una toalla enorme. Cómo pesa. Pensé que nunca crecería y casi no puedo con él.
Cenizas.