Uno de diciembre
La habitación en León, a reventar de calor y de murmullos de la radio. Cartas, logaritmos, el periódico; quizá un informe y una foto aérea. Y la sonrisa inolvidable al entrar a saludarte.
Pasan los días acumulándose en años. Recibimos golpes que estañan nuestras sienes. Me pregunto si entenderías estos tiempos que vivimos, y no dudo de tu fuerza para aguantarlos.
Aún compartí contigo más tiempo en este mundo que el que llevo solo, aquí solo. Y vives, vaya si vives, porque yo, como otros, te recuerdo.
Dieciséis años, abuelo, amigo, coronel, que te echo de menos.
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