14 octubre 2008

Fútbol y racismo

El fútbol nos permite expresarnos como Rajoy a micrófono cerrado en falso.
Me refiero a cuando vamos a los estadios. Mentar madres ajenas, explayarnos sobre las genealogías de los otros, recordar deslices extramaritales, todo a voz en grito. Y llamar monos a los que tienen la piel más oscura que la nuestra. Lo disculpamos porque ya se sabe, se trata de unos pocos. De cafres, o bárbaros, los calificamos. Pero que no se le ocurra a nadie afearnos la conducta. Eso sí que no. Por ahí no pasamos.
En un partido del Valladolid contra no recuerdo qué equipo, nuestra pantera negra particular, Benjamín Zarandona, con RH de reconocido prestigio (padre de Baracaldo, decían), daba pases a troche y moche gracias a su posición en el centro del campo y a su ventajosa antropometría. La afición lo llamaba cariñosamente Titi. Hasta que erraba. Hagamos memoria:
Pase de Benjamín hacia un compañero. Un aficionado entendido lo jaleaba a mis espaldas, en plena Tribuna A Derecha:
- Hala, Titi, fenómeno.
El compañero le devolvió el pase sugiriendo una pared. Benjamín falló la recepción del balón y dejó de ser Titi, la perla negra del nuevo Zorrilla. Escuchemos al aficionado de antes.
- Este Benjamín, jodío negro.