06 octubre 2008

Es seis de octubre

Lo celebramos. No sé felicitar ni dar las gracias, ni si eres mi madre, mi tía o mi hermana, espero que estas líneas enmascararen mi torpeza y te alegren el rato que dediques a leerme.
Cumples años coronada de rizos, como una menina asturiana y flamenca, si es que puede darse semejante prodigio. Desde hace cuarenta testigo soy de tu alegría, del humo que te envuelve, de tu estilo, de tus revoleros y entusiastas pasos de baile. Mi vida arrancó en una sesión de Peter Pan y me bautizaste como al niño de la novela de Steinbeck. Leí las horas durante años en aquel Citizen de esfera negra que ahora luce en mi desordenada caja de los relojes. Todo contigo. Después, con tus hijos que son mis hermanos. Y con el académico y sus jarrones rotos. Todos dando saltos por encima de las camas en las madrugadas de los ejercicios espirituales a los que nunca fui. Siempre preferí tu casa. Era, es, será la mía. Otro Innisfree plagado de libros, de música, de tu fantasía. Sabes que mi casa es tuya desde que la tengo. Se llama Fort Apache, y es nuestro refugio, el vuestro.
Hubo un tiempo, tan corto que se nos hizo eterno, que vivimos como lechuzas acechantes encaramadas a la rama de un árbol. Paquirri pasó a la Historia y tú no llegabas nunca. Esperábamos en un balcón de la calle Juan Mambrilla tu visita en el LNA, acrónimo bicilíndrico de tu nombre, vehículo de mi libertad cuando aquello de estudiar, símbolo de tu audacia tras el aprendizaje en el Simca preRitmo. Vinimos a la ciudad gris a vivir contigo, a sentirte a dos portales de distancia, a escucharte al otro lado de la mesa de la cocina, a disfrutar de la sobremesa eterna plagada de medianos problemas, de pequeños éxitos y de cafés largos y con la leche muy caliente.
Pienso en ti al escribir esto y veo una mirada limpia, tu genio silueteado y tu bondad ingente e inabarcable. Y ahora, transcurridos estos años y estas cosas, te digo que la calle del futuro está bien iluminada, que estaremos aquí para sujetar un fanal que alumbre los días y las noches, que serán muchos, tantos como bailes quedan por ser bailados, tantos como cuentos que ser contados, tantos como tantos viajes podamos soñar a los paraísos que cada amanecer imaginas.
Felicidades.