Susurrando
Quedan horas para la amanecida y trasteo por Fort Apache esperando la señal de salida. Busco una soga de Ermenegildo Zegna y de pronto escucho ruidos espantados por el sueño infantil.
El heredero recupera su cama, lo arropo, le pido que duerma y salgo de su habitación. Un susurro que no entiendo. ¿Qué dices, hijo? Me contesta tras las sábanas. Te quiero.
Sobra el resto del día.
El heredero recupera su cama, lo arropo, le pido que duerma y salgo de su habitación. Un susurro que no entiendo. ¿Qué dices, hijo? Me contesta tras las sábanas. Te quiero.
Sobra el resto del día.
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