The Bourne Identity (2.002)/The Bourne Supremacy (2.004)/The Bourne Ultimatum (2.007)
La gran trilogía de lo que llevamos de siglo. Los avatares de un soldado sin memoria espantado del poder mortífero de sus propias manos. Y que vive deslumbrado por las instantáneas de sus fragmentarios recuerdos.
Reconstruye su Historia por todo el mundo, sin pausa, con esa determinación automatizada parcamente gestualizada en el pétreo rostro de Matt Damon. Este actor, que fue Ryan y fue Grimm, ahora y para siempre, Jason Bourne. O David Webb.
El frenesí de estos tiempos.
Movimiento. Trenes, coches, ciclomotores. La estación de Waterloo y la de Atocha. Transporte a ras del suelo. No lo vemos en los aviones, metáforas en aluminio de la evasión y la fantasía que no caben en la vida de Bourne. Montado en el TGV, camino de Zurich, su imagen se desdobla, se desvanece en la ventana del vagón. Con su conciencia rota, la determinación brutalmente implantada por sus educadores será su salvación.
Sin fronteras. Nápoles. Zurich. París. Goa. Berlín. Moscú. Londres. Madrid. Tanger. Nueva York.
Información. Callejeros, planos de metro, periódicos, Internet, Cybercafés. Bourne lee, decodifica, interpreta, decide. Blackbriar cazado en una conversación por teléfono. En una cafetería de la autopista, camino de París, los gestos de los clientes y camareros, información en estado puro, ahí, esperando ser entendida, señales, avisos. Alerta, siempre alerta.
Omnipresencia. El poder ilimitado de los sistemas de espionaje y seguridad de los Estados Unidos refulge sin límites presupuestarios, sin ataduras morales ni constitucionales. Una leve inquietud sobre la ejecución sumaria de ciudadanos. La mano de hierro, herramienta mortífera como prolongación, vía Bourne, de las grises oficinas de la CIA, patas multifomes y deformes de los comités del Congreso y del Senado que arropados en maderas suntuosas deciden sobre el destino de los otros. De Jason Bourne y de sus víctimas.
Marie. Una relación edificada sobre la mirada y el desparpajo. Sensibilidad europea al borde del mar, en la India. El destino en un puente. El motor de la absolución de Bourne.
Los otros agentes Treadstone. Profesionales, automatizados, jóvenes. Samurai.
Las policías locales. Los marines en la embajada en Zurich, la policita nacional en Madrid, en Tanger, los alemanes en Berlín. Presentados con respeto. No hay bigotes en España, ni acordes de guitarra. Tampoco acordeones en París ni jarras de cerveza en Berlín. Credibilidad y verosimilitud en abundancia.
Las persecuciones en coche. Modelos de serie media o baja. Mini Cooper. Taxi moscovita. El coche de la policía de Nueva York. No es el coche, es quien lo conduce. Desde Ronin no habíamos visto, bajo la premisa de cumplir las leyes de la física no relativista, nada igual
El cine. Doug Liman traza las premisas básicas del estilo Bourne (cámara naturalista, cercanía física, sin subrayados innecesarios, guión robusto y sin resquicios) que Paul Greengrass (maestro en United 93) elevará a la categoría de arte. La planificación, esa asignatura pendiente (véanse las batallas en Alexander, de Stone, ese caos en la explanada polvorienta), aquí apabulla, no hay resquicios. La secuencia en la estación de Waterloo debiera explicarse en las escuelas de cine, si es que queda alguna.
Esta trilogía pasó dos veces por mi pantalla. Ahora hagamos tiempo hasta que llegue la tercera y vuelva a sonar Extreme Ways:
Reconstruye su Historia por todo el mundo, sin pausa, con esa determinación automatizada parcamente gestualizada en el pétreo rostro de Matt Damon. Este actor, que fue Ryan y fue Grimm, ahora y para siempre, Jason Bourne. O David Webb.
El frenesí de estos tiempos.
Movimiento. Trenes, coches, ciclomotores. La estación de Waterloo y la de Atocha. Transporte a ras del suelo. No lo vemos en los aviones, metáforas en aluminio de la evasión y la fantasía que no caben en la vida de Bourne. Montado en el TGV, camino de Zurich, su imagen se desdobla, se desvanece en la ventana del vagón. Con su conciencia rota, la determinación brutalmente implantada por sus educadores será su salvación.
Sin fronteras. Nápoles. Zurich. París. Goa. Berlín. Moscú. Londres. Madrid. Tanger. Nueva York.
Información. Callejeros, planos de metro, periódicos, Internet, Cybercafés. Bourne lee, decodifica, interpreta, decide. Blackbriar cazado en una conversación por teléfono. En una cafetería de la autopista, camino de París, los gestos de los clientes y camareros, información en estado puro, ahí, esperando ser entendida, señales, avisos. Alerta, siempre alerta.
Omnipresencia. El poder ilimitado de los sistemas de espionaje y seguridad de los Estados Unidos refulge sin límites presupuestarios, sin ataduras morales ni constitucionales. Una leve inquietud sobre la ejecución sumaria de ciudadanos. La mano de hierro, herramienta mortífera como prolongación, vía Bourne, de las grises oficinas de la CIA, patas multifomes y deformes de los comités del Congreso y del Senado que arropados en maderas suntuosas deciden sobre el destino de los otros. De Jason Bourne y de sus víctimas.
Marie. Una relación edificada sobre la mirada y el desparpajo. Sensibilidad europea al borde del mar, en la India. El destino en un puente. El motor de la absolución de Bourne.
Los otros agentes Treadstone. Profesionales, automatizados, jóvenes. Samurai.
Las policías locales. Los marines en la embajada en Zurich, la policita nacional en Madrid, en Tanger, los alemanes en Berlín. Presentados con respeto. No hay bigotes en España, ni acordes de guitarra. Tampoco acordeones en París ni jarras de cerveza en Berlín. Credibilidad y verosimilitud en abundancia.
Las persecuciones en coche. Modelos de serie media o baja. Mini Cooper. Taxi moscovita. El coche de la policía de Nueva York. No es el coche, es quien lo conduce. Desde Ronin no habíamos visto, bajo la premisa de cumplir las leyes de la física no relativista, nada igual
El cine. Doug Liman traza las premisas básicas del estilo Bourne (cámara naturalista, cercanía física, sin subrayados innecesarios, guión robusto y sin resquicios) que Paul Greengrass (maestro en United 93) elevará a la categoría de arte. La planificación, esa asignatura pendiente (véanse las batallas en Alexander, de Stone, ese caos en la explanada polvorienta), aquí apabulla, no hay resquicios. La secuencia en la estación de Waterloo debiera explicarse en las escuelas de cine, si es que queda alguna.
Esta trilogía pasó dos veces por mi pantalla. Ahora hagamos tiempo hasta que llegue la tercera y vuelva a sonar Extreme Ways:
Extreme ways are back again
Extreme places I didn't know
I broke everything new again
Everything that I'd owned
I threw it out the window came along
Extreme ways I know will part the colors of my sea
'Perfect color me'
Extreme ways that help me
They help me out late at night
Extreme places I had gone
But never seen any light
Dirty basements, dirty noise
Dirty places coming through
Extreme worlds alone
Did you ever like it then?
I would stand in line for this
There's always room in life for this
Oh babe, oh babe
Then it fell apart, it fell apart
Oh babe, oh babe
Then it fell apart, it fell apart
Extreme sounds have told me
They held me down every night
I didn't have much to say
I didn't give up the light
I closed my eyes and closed myself
And closed my world and never opened up to anything
That could get me at all
I had to close down everything
I had to close down my mind
Too many things caught me
Too much can make me blind
I've seen so much in so many places
So many heartaches, so many faces
So many dirty things
You couldn't even believe
I would stand in line for this
There's always room in life for this
Oh babe, oh babe
Then it fell apart, it fell apart
Oh babe, oh babe
Then it fell apart, it fell apart
Oh Babe, oh babe
Oh babe, oh babe
Then it fell apart, it fell apart Oh babe, oh babe
Then it fell apart, it fell apart Oh babe, oh babe
Then it fell apart, it fell apart
Oh babe, oh babe
Like it always does, (always does), always does (always does)
Extreme places I didn't know
I broke everything new again
Everything that I'd owned
I threw it out the window came along
Extreme ways I know will part the colors of my sea
'Perfect color me'
Extreme ways that help me
They help me out late at night
Extreme places I had gone
But never seen any light
Dirty basements, dirty noise
Dirty places coming through
Extreme worlds alone
Did you ever like it then?
I would stand in line for this
There's always room in life for this
Oh babe, oh babe
Then it fell apart, it fell apart
Oh babe, oh babe
Then it fell apart, it fell apart
Extreme sounds have told me
They held me down every night
I didn't have much to say
I didn't give up the light
I closed my eyes and closed myself
And closed my world and never opened up to anything
That could get me at all
I had to close down everything
I had to close down my mind
Too many things caught me
Too much can make me blind
I've seen so much in so many places
So many heartaches, so many faces
So many dirty things
You couldn't even believe
I would stand in line for this
There's always room in life for this
Oh babe, oh babe
Then it fell apart, it fell apart
Oh babe, oh babe
Then it fell apart, it fell apart
Oh Babe, oh babe
Oh babe, oh babe
Then it fell apart, it fell apart Oh babe, oh babe
Then it fell apart, it fell apart Oh babe, oh babe
Then it fell apart, it fell apart
Oh babe, oh babe
Like it always does, (always does), always does (always does)
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