El periodista deportivo (1.986)
Novelaza de Richard Ford sobre los avatares del aturdido y ensimismado Frank Bascombe, un novelista fallido que se reconvierte en periodista sobre deportes.
Hace años compré El día de la independencia pero no alcancé a leerlo. Cuando mis cuarenta, mi cuñado me regaló Acción de gracias. Decidido firmemente a leérmelos me di cuenta de que formaban parte de una trilogía. Hace unas semanas me hice con el primero en Madrid, este El periodista deportivo, en una edición de bolsillo algo traqueteada.
Estoy fascinado por la literatura que contiene. Buscando información por ahí leo la opinión de un lector que habla de la oportunidad de afrontar los libros en un determinado momento, cuando se supone que estamos más preparados para entender lo que los autores ponen en sus obras. La preparación quiere referirse a los aprendizajes que se derivan de nuestros días en la Historia que nos haya tocado soportar o simplemente vivir.
Es el caso. Frank Bascombe tiene un hijo enterrado cerca de su casa, abatido por una violenta enfermedad. Su matrimonio se rompe tras el brutal suceso. Comparte su casa con un teólogo gabonés y sus relaciones personales van de lo voluntarista a lo ligeramente patético. Entre tanto, por las páginas del libro desfila el sueño americano y su pesadilla en negativo, que no es otra que no alcanzar aquel sueño. Frank busca la felicidad, o lo que más se le parezca, como todo el mundo. Estados Unidos permite la desaparición y posterior reinvención, el cambio de decorado, de trabajo, de familia, de profesión. Como quien se quita unos zapatos para ponerse otros. Esa facilidad para comenzar de nuevo desasosiega pues quita argumentos a la propia compasión. Aquí esta la grandeza de la novela, la creación de los personajes, los trazos sobre sus vidas y sus entornos, la diversidad que contempla, y todo envuelto con la suavidad de la escritura de Ford.
Una auténtica maravilla.
Hace años compré El día de la independencia pero no alcancé a leerlo. Cuando mis cuarenta, mi cuñado me regaló Acción de gracias. Decidido firmemente a leérmelos me di cuenta de que formaban parte de una trilogía. Hace unas semanas me hice con el primero en Madrid, este El periodista deportivo, en una edición de bolsillo algo traqueteada.
Estoy fascinado por la literatura que contiene. Buscando información por ahí leo la opinión de un lector que habla de la oportunidad de afrontar los libros en un determinado momento, cuando se supone que estamos más preparados para entender lo que los autores ponen en sus obras. La preparación quiere referirse a los aprendizajes que se derivan de nuestros días en la Historia que nos haya tocado soportar o simplemente vivir.
Es el caso. Frank Bascombe tiene un hijo enterrado cerca de su casa, abatido por una violenta enfermedad. Su matrimonio se rompe tras el brutal suceso. Comparte su casa con un teólogo gabonés y sus relaciones personales van de lo voluntarista a lo ligeramente patético. Entre tanto, por las páginas del libro desfila el sueño americano y su pesadilla en negativo, que no es otra que no alcanzar aquel sueño. Frank busca la felicidad, o lo que más se le parezca, como todo el mundo. Estados Unidos permite la desaparición y posterior reinvención, el cambio de decorado, de trabajo, de familia, de profesión. Como quien se quita unos zapatos para ponerse otros. Esa facilidad para comenzar de nuevo desasosiega pues quita argumentos a la propia compasión. Aquí esta la grandeza de la novela, la creación de los personajes, los trazos sobre sus vidas y sus entornos, la diversidad que contempla, y todo envuelto con la suavidad de la escritura de Ford.
Una auténtica maravilla.
Etiquetas: libros
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