05 septiembre 2007

Visiones

En un brochazo de un noticiario apareció un torero, se puso donde nunca estuvo nadie y el toro le regaló un viaje al otro lado, el del hule y el azulejo blanco. También un muchacho pálido, quizá chino, se subió a la imitación de un dragón legendario y sus paisanos entonces cosieron su cuerpo con el latigazo de la pólvora. En Paterna se encierran en una jaula metálica para embotarse los sentidos con una selva de petardos y a pesar de los vestidos de cuero el fuego deja su firma, esta vez consentida. Un millonario con letras dobles bate ciento quince marcas mundiales y lo celebra perdiéndose con un avión por un rancho de Nevada. Un estúpido paseó a su hijo delante de los toros de Pamplona y yo no dejo de preguntarme porqué nos tenemos tantas ganas a nosotros mismos.